Candas, Gonzalo BENGOA

«Tocamos la campana para que San Roque nos proteja». Lo dice Ana Menéndez, una gijonesa habitual de la fiesta que los candasinos dedican al santo, mientras espera su turno en la cola que se genera delante de la ermita para repicar la campana antes del inicio de la misa. «Cada 16 de agosto se repica desde el amanecer hasta la madrugada», explica Félix González, un candasín que madrugó ayer para tocar siete veces la campana y volvió a repetirlo una hora antes de iniciarse la celebración religiosa. La tradición dice que hay que tocar la campana siete veces -aunque hay quien lo hace nueve o hasta doce- antes de entrar en la ermita para lograr la protección de San Roque. «Pido un año más a San Roque que me de salud, que es lo más importante», comenta Lydia Posada, natural de Blimea, que pasa todos los veranos en Candás, «en la subida de San Roque, a pocos metros de la ermita».

Leticia García y su nieto Enol Vega estuvieron ayer entre los centenares de personas que se animaron a repicar la campana. «Venimos todos los años y Enol está esperando que sea San Roque para repicar la campana», comenta la candasina. «Me parece muy divertido y me gusta mucho tocar la campana y toda la fiesta», dice el pequeño.

A las cinco y media de la tarde, de la plaza de la Baragaña salió un pasacalles a cargo del grupo de baile tradicional «La Folixa», de Guimarán-El Valle, y después, en la romería en el monte Fuxa, hubo degustación de costillas, chorizos criollos y sidra, que disfrutaron centenares de personas, aprovechando la veraniega tarde. Hubo quien madrugó y aprovechó la sombra de los árboles que rodean el monte, como Laura Gómez Albo, quien invitó a varios de sus amigos canarios a disfrutar de la romería de San Roque. «Estamos de romería en romería porque en dos semanas disfrutaremos de la fiesta de la Virgen del Pino y nuestra amiga Laura está invitada», comenta Óscar Príncipe, de Gran Canaria, que disfrutó escanciando sidra y degustando la gastronomía típica campestre asturiana.

Marta Prendes también se reunió con sus amigos para disfrutar de una merienda a base de tortilla y carne empanada. «El buen tiempo es fundamental para que la fiesta triunfe», valora la joven. Hubo quien compró empanadas en el puesto de la subida de San Roque del que se encargaron, como siempre, varias vecinas del barrio que convocaron el concurso para premiar a las mejores.

A la misa de la ermita, a las siete de la tarde, asistieron decenas de personas, devotas del santo. La ermita fue construida en el siglo XVI, en la antigua entrada principal del pueblo, con el fin de implorar al santo para que no entrase la peste en Candás. El edificio fue dedicado a San Roque, ya que, junto a San Sebastián, es el abogado contra la peste y todo tipo de epidemias. La campana de la ermita desapareció en 1985 y fue sustituida por la actual, que se sufragó mediante suscripción popular. Una campana que no dejó de sonar hasta la medianoche y que invitó a vecinos y turistas a participar en uno de los festejos más populares de Candás.