Cenera (Mieres),

C. M. BASTEIRO

El Mercáu Asturianu de Cenera es mucho más que una feria. Es un cónclave de artesanos que ofrecen la oportunidad de conocer los secretos de los oficios tradicionales de la región. Madreñeros, tejedoras y cesteros trabajan en directo y se prestan de buena gana a resolver las dudas de los que acuden a la muestra. El mercado, que cuenta con 92 puestos, cerrará hoy su decimotercera edición.

Los puestos abrieron ayer a mediodía y las calles de Cenera no tardaron en llenarse. Al mismo tiempo, los artesanos empezaron a trabajar en sus improvisados talleres sin que les temblaran las manos. «Después de tanto tiempo, ya no me pongo nervioso», aseguraba Alejandro Rodríguez mientras tallaba una madreña. Lleva dedicándose al oficio desde hace sesenta años y es uno de los pocos madreñeros que quedan en Asturias. Sigue trabajando en su taller de Campo de Caso pero ha bajado el ritmo. En las mejores épocas del oficio llegó a fabricar cuatro pares al día. A pesar de que estaba muy atareado, ayer interrumpió su trabajo todas las veces que fueron necesarias para responder a todas las preguntas del público.

Lo importante para un artesano, según dice José Manuel Muñiz, es que lo observen y se interesen por su profesión. «Si compran o no, es lo que menos importa al final», explicó ayer mientras trabajaba sin parar en su puesto de cestos. También ha dedicado su vida al oficio, aunque entró en la mina a los 21 años porque «cuando tuvimos una nena, había que buscar un trabajo con estabilidad y seguro». Si por aquel entonces hubiera existido la figura del artesano autónomo, según explicó ayer, su único trabajo hubiera sido la elaboración de cestas de mimbre «de todos los tamaños». Es un asiduo al Mercáu Asturianu y ayer vio «mucho movimiento» entre el público. «Esperemos que no llueva, porque lo esencial en este mercado es que haga buen tiempo», explicaba.

Leonides Rodríguez también estaba atenta a la meteorología y al público, pero sin levantar la vista de sus labores con la lana. Esta artesana de Avilés asegura que «lo más bonito» del Mercáu Asturianu de Cenera es que da a sus asistentes la oportunidad de acercase de verdad a la artesanía. «A los niños les encanta verme», señalaba mientras hilaba sin parar una madeja de lana blanca en su puesto, con sus creaciones a la venta. Como confirmando lo dicho, dos niños se presentaron en el taller y mantuvieron la vista fija en las labores durante un buen rato. «A veces voy por los colegios y se vuelven locos», bromeaba Rodríguez mientras les dejaba colaborar. A pesar de que le gusta este oficio, no niega que es una tarea «un poco pesada». Hacer unos calcetines como los que estaba tejiendo en Cenera, a partir de lana lavada, lleva dieciocho horas de tarea.

Pero ayer no era día de trabajo, si no solo de muestra, y a la hora de comer había que hacer un descanso. La gastronomía del Mercáu Artesanu, como no podría ser de otra manera, también es artesana por completo. En esta edición, además de los tradicionales tortos, empanadas y dulces asturianos, la oferta se completa con churros caseros elaborados por el confitero gallego Miguel Isorna, que llegó a Cenera desde Lugo.

Para los que prefirieron seguir disfrutando de la fiesta sin probar bocado, la animación continuó hasta la tarde. Hubo bailes regionales a cargo de «L'Artusu» y «Ruxidera» y teatro en la calle con «Nun Tris» y «Amalgama». Los puestos de artesanía se llenaron de curiosos y compradores que quedaron sorprendidos con la variedad y adquirieron de todo, desde abalorios de cuero hasta figuras de cerámica.

La muestra de artesanía, organizada por el Ayuntamiento de Mieres junto con la asociación de vecinos «Por un Cenera mejor», se ha convertido en toda una tradición. El acceso a Cenera en coche permanecerá hoy también cortado y la organización recomienda utilizar el servicio de autobuses especiales que se habilita para la muestra. Todo lo que sea preciso para conocer los secretos de los artesanos.