J. N.

Las Jornadas de Piano «Luis G. Iberni», patrocinadas por LA NUEVA ESPAÑA, volvieron ayer a su esencia con la actuación ofrecida en el Auditorio por el pianista polaco Rafal Blechacz, un intérprete verdaderamente excepcional con sólo 27 años de edad. Firmó una velada con marcado signo polaco, por su propia nacionalidad, por la de Szymanowski, también polaco, de quien interpretó su primera sonata, verdaderamente fantástica de concepción y ejecución, y hasta por la doble propina que fue para Chopin.

El programa siguió el habitual orden cronológico y en cuanto a los compositores fue de más a menos edad. Arrancó con Bach y su «Partita número 3», una pieza que compuso con 40 años. La fantasía, cálida; allemanda, muy bella; courante, arrolladora; zarabanda, de majestuosa ejecución; burlesca, bien superada a pesar de las dificultades; scherzo, muy matizado, y la giga, como si fuese una obra completa.

Turno para Beethoven y su «Sonata para piano número 7», que escribió con 28 años. El presto, especialmente potente y rico en las manos de Blechacz; el largo, sencillamente insuperable; un menuetto, como pausa emocional, y el rondó final que anuncia sonatas de años posteriores. La «Suite Bergamasque», que Debussy compuso con 28 años, cambió el tercio pero no la calidad, especialmente en el delicado «Clair de lune», y después Szymanowski y su «Sonata número 1», que escribió con apenas 21 años. Un prodigio que Blechacz llevó a niveles estratosféricos. Dos minutos y 50 segundos de ovaciones y como propina un vals y un scherzo de Chopin.