Carolina G. MENÉNDEZ

El concierto que esta tarde (a las 20 horas, en la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery) ofrece Fernando Álvarez Menéndez, penúltimo de la Semana de Música Religiosa, se caracteriza por «su variedad tímbrica y brevedad de las obras, que cambian de color y forma cada dos o tres minutos. Son obras con distintas miradas», apuntó el organista natural de Almurfe, en el concejo de Belmonte de Miranda.

Desde Covadonga, donde iba a iniciar un ensayo con la Escolanía, Álvarez Menéndez , organista en la Real Basílica, manifestó por teléfono su deseo de ofrecer hoy un concierto «ameno» y abierto a todo el público, si bien resaltó cómo el avilesino «está habituado a la música de órgano. Es caluroso con ella y posee cierta cultura, muy superior a de las personas de otras ciudades».

Tras calificar de «excepcional» el órgano de Santo Tomás reconoció que si bien este instrumento se asocia a las iglesias y catedrales, espacios que cuentan con una gran acústica, su versatilidad le permite adaptarse a músicas situadas muy lejos de la religiosa. De hecho, en la actuación de esta tarde, dijo, «voy a tocar un bolero, que no es música para rezar».

Para romper con la imagen convencional que la mayoría de las personas tiene del órgano, indicó cómo «tiene un buen matrimonio» con otros instrumentos» por muy antagónicos que parezcan. En este sentido, recordó uno de los cuatro conciertos celebrados en Covadonga para inaugurar el órgano de la Basílica y en el que tocó junto al trompetista Francisco Arias. Asimismo, destacó el amplio y variado repertorio que existe para órgano, así como los proyectos de investigación que se están desarrollando en pos de la música electrónica. Para alcanzar sonidos vanguardistas, estos trabajos combinan el órgano con sintetizadores, ordenadores y sofisticados aparatos que permiten crear «un lenguaje que a la mayoría de la gente todavía no entiende; generalmente prefiere lo más clásico».

Y aunque como organista litúrgico interpreta sobremanera música religiosa, considera que en la iglesia «hay que romper moldes e introducir con atrevimiento nuevas sonoridades». Así, cree que «se puede estar oyendo música de ahora y también rezar». Esta apertura musical dentro de la iglesia ayudaría, señala, a acercar a la gente a los templos.

Fernando Álvarez se considera un privilegiado al ocupar el puesto que desempeña ya que en la actualidad pocas iglesias en España cuentan con organistas o maestros de capilla como antaño, ejercicio profesional y artístico que en Francia o Alemania realizan los laicos ya que es un trabajo pagado por el Estado.