Chus NEIRA

Stefan Winter, editor del sello alemán de culto que lleva su apellido, explica, en un descanso de las sesiones de grabación que se están realizando en la sala de cámara del Auditorio, que este nuevo disco de los asturianos «Forma Antiqva» es «como si cogieras una caja con unos bombones pequeños, la abrieras un poco, olieras la esencia de esa ópera, cerraras la caja y luego fueras a coger otra». Ese montón de delicias de chocolate se llama «Ópera Zapico» y en él los tres hermanos campeones de la música barroca en Europa se han propuesto condensar algo así como 180 años de ópera, del «Orfeo» de Monteverdi al «Don Giovanni» de Mozart, en diecisiete piezas donde se reduce toda una orquesta a dos laúdes y el clave, o el órgano, tratando de que el espíritu del aria no desaparezca.

La tarea, confirman algo aliviados ya los tres hermanos, no ha sido fácil. Aunque toda grabación tiene sus dificultades, sus momentos de agotamiento o su monotonía, saben que el trabajo más difícil ya se ha superado. En realidad, Aarón, Pablo y Daniel tenían pensado grabar una segunda versión de su «Concierto Zapico». Pero en el mundo de la música antigua el público también necesita cosas nuevas, sorpresas para mantener el ritmo del mercado. Y ahí fue donde surgió la idea de hacer un repertorio completamente operístico adaptado al trío barroco y a los distintos colaboradores que han sumado para este proyecto.

En ese sentido, el disco «Ópera Zapico» es totalmente nuevo. Nadie lo ha hecho antes. Y por eso el trabajo importante ha sido la investigación, el análisis y la adaptación de todas las piezas. «Estar un año preparando el disco, transcribiendo óperas, tratando de que todo este proceso creativo sea una inversión, reduciendo toda una orquesta a esta formación y que funcione es realmente difícil; sólo te lo puedes permitir si lo haces solo y entre hermanos», bromean.

Puestos ante ese reto, los hermanos Zapico se han encontrado también muchas sorpresas, registros de sonidos que no habían explorado, lugares musicales a los que no habían pensado llegar antes. El ejemplo puede ser el «Batti, batti o bel Masetto» del «Don Giovanni» de Mozart que ayer, a las cinco de la tarde, atacaban una y otra vez, Pablo al archilaúd, Daniel a la tiorba y Aarón, sentado ante un órgano venido de San Sebastián, uno de los mejores instrumentos que podían tener al alcance para esta grabación.

Las novedades no se quedan en el asunto operístico. Éste será el quinto disco que «Forma Antiqva» edite con Winter&Winter, pero será el primero que grabado en Asturias. De hecho, es el primer proyecto que llega tras el acuerdo firmado con el Ayuntamiento de Oviedo por el que el municipio pasa a ser su principal patrocinador, y ellos banda residente en el Auditorio.

Así que, tras haber realizado grabaciones en el auditorio de Gerona y en el Falla de Granada, tocaba por primera vez registrar en casa. Los Zapico están encantados. Todo son comodidades y grabar en la sala de cámara del Auditorio les parece un lujo. Stefan Winter, aunque encerrado en su trabajo para sacar lo mejor del trío, también habla de forma muy optimista de la ciudad en lo que es su primer viaje a Asturias. «Me he quedado muy sorprendido porque Oviedo es una ciudad muy bonita. No me lo esperaba. Me ha recordado el shock que me produjo la primera vez que llegué a Bérgamo, una ciudad, también, muy bella». Sobre la grabación, una vez realizados unos ajustes en la microfonía, no refiere ningún problema. Dos micrófonos registran lo principal de la sesión. Otros cuatro, dos para el órgano, refuerzan a cada uno de los intérpretes. Y otros dos completan el sonido de la sala. Ayer, primer día de grabación, también empezaron a desfilar por allí los invitados, François Joubert-Caillet, viola da gamba, y el corneto Lluís Coll.

El resto del disco incluye otros fichajes, la percusión de David Mayoral, la flauta de pico de Alejandro Villar y el Coro «León de Oro», que reforzará una pieza de Purcell.

Las sesiones discurren tranquilas, al ritmo que marca la propia música. Stefan Winter se quita los cascos, habla con el ingeniero tras cada toma y sugiere nuevos matices para hacer que la interpretación fluya todavía de forma más sencilla. Al final, acaba siempre con un «¡wonderful!» («¡maravilloso!») ante la toma buena.

Winter explica también, en uno de los descansos, que el único secreto de este proyecto es acercarse a la esencia de una música muy popular en su tiempo a través de la simplicidad. «La simplicidad es muy importante y muchas veces es lo más complicado. Cuando escuchas a Aarón con el órgano, te puede parecer muy fácil, pero eso es lo difícil: hacerlo fácil. Y Ésa es la clave».