Todo sea por honrar de nuevo a San Roque como se merece. Con esa premisa acudieron el pasado sábado doce vecinos de Areñes al primero de los talleres que celebrarán en las próximas fechas para elaborar artesanalmente las antorchas necesarias para recuperar la tradicional procesión nocturna de San Roque más de tres décadas después.

Unas sesiones que tienen como maestro de ceremonias a un veterano en estas lides como el vecino Juanito Pérez, que se encarga de guiar a los más jóvenes en un arte para el cual ya no existen ni manuales. «Gracias a él aprendemos una técnica que ni siquiera podríamos encontrar en internet», comenta Viri Iglesias, directiva de la asociación «Ríu Fontoria» que promueve esta iniciativa vecinal.

Así, Pérez enseñó durante unas horas a los presentes a cortar el esparto, trenzarlo y, finalmente, bañar las antorchas en resina de pino. Técnicas que, debido a la evolución de los materiales, precisaron de alguna que otra innovación planeada por los vecinos más veteranos. «Comentaron que el esparto, antes, venía trenzado y tardaba más en quemarse; así que optaron por incluir cera en el baño de resina de pino, para que las antorchas aguanten más», señala Iglesias.

Pronto los asistentes aprendieron los trucos de sus mayores y pudieron crear una cadena de trabajo que dio un resultado más que satisfactoria. En apenas una tarde los vecinos lograron elaborar ya un centenar de antorchas listas para la procesión nocturna prevista para el 11 de agosto, como siempre, el sábado anterior a la festividad de San Roque. «Los niños se lo han pasado genial aprendiendo a hacer una cosa que no conocían», declara la vecina Piedad Descalzo, muy ilusionada con la idea de recuperar un clásico festivo de su infancia.

Superada la prueba del primer día, los vecinos esperan ahora poder repetir esta experiencia a lo largo de los meses de junio y julio con el fin de culminar al menos dos centenares de antorchas que acompañen al santo en su trayecto desde la capilla de La Trapiella a la escuela. «Queremos reunir al mayor número de personas», advierten desde el colectivo vecinal.