«¡Dame un carajo de esos!». Así cobraron nombre los famosos dulces salenses conocidos como carajitos del profesor, que cumplen 95 años. La cuarta generación de la familia, ahora al frente del negocio, lo celebrará mañana en el Pabellón de La Veiga, a las seis de la tarde, con la entrega del III «Carajito de Oro» a Danone y con la celebración de la mesa redonda «Los carajitos del profesor: una aventura histórica». Después, frente al negocio, habrá música en la calle.

La I Guerra Mundial había finalizado y Pepín Fernández, profesor de música y director de la Banda de Salas, abrió las puertas de la Casa del Profesor, un restaurante y café. Un lugar de tertulia donde también sonaba la música porque en la familia del profesor, además de confiteros, saben tocar la tecla. Allí comenzaron a hacerse unas pastas de avellana que rápidamente adquirieron fama y nombre. El bautizo de los dulces fue cosa de un indiano de Malleza, que cada vez que llegaba al local pedía «un carajo de esos», un apelativo sudamericano.

El negocio continuó en las manos de Falín y Carmina Fernández, hijos del profesor. La segunda generación de la familia al frente del negocio comenzó a fraguar el éxito comercial de los carajitos, pero Falín no pudo registrar la marca porque «era una palabra malsonante», explica Carmen de Aspe, quien regenta la Casa del Profesor, que fundó su bisabuelo, junto a su hermana Teresa.

En 1977, tras la muerte de Falín, es su sobrina Marichu Llavona quien toma las riendas del negocio, que se traslada a otro local y registra la marca porque «nuestros carajitos no tienen nada que ver con los de otros sitios», afirma Llavona. ¿Qué tienen de especial los carajitos del profesor? Pues no se sabe. La familia guarda con celo la receta secreta que ha hecho famosos sus dulces. Los carajitos llevan avellanas molidas, claras de huevo y azúcar: «Siempre los hacemos con ingredientes naturales de calidad y con un proceso artesanal. Tratamos de mantener a los clientes con la calidad de la receta tradicional», detalla De Aspe.

Por la barra de la Casa del Profesor y dando bocados a los deliciosos dulces han pasado cantidad de personajes conocidos de todos los campos, desde Concha Piquer, en 1946, pasando por la Orquesta Sinfónica de Stuttgart y por Sabino Fernández Campo, Loyola de Palacio, Nicolás Redondo y Camilo José Cela.

El último impulso «famoso» lo han conseguido este año en el programa de Televisión Española «Saber y ganar», que empleó los carajitos en una de sus pruebas. «No paró de sonar el teléfono y estuvimos recibiendo encargos de todas partes de España», comenta De Aspe.

La fama va creciendo y no es de extrañar porque los carajitos del profesor son únicos.