El Museo Antón de Candás desprende, este verano, «aurelianismo» por los cuatro costados. Y es que, como la marea, el arte del pintor gijonés Aurelio Suárez sube, cada mañana, desde la primera planta del centro escultórico, donde está expuesta su obra, hasta la última. Allí, en la buhardilla, una docena de pequeños artistas siguen los pasos de su maestro para representar un fondo marino sin igual a base de mucha creatividad e imaginación. Justamente, dos de los objetivos que persigue «El juego del arte», un taller quincenal dirigido a niños, de entre cinco y siete años, que pretende potenciar el encuentro con los materiales. «Se trata de que vean que con cualquier cosa se puede hacer una obra», explica Dolores Villameriel, directora del centro.

Y así, con el fondo marino como hilo conductor, los pequeños son capaces de crear los colores del mar con murales, los sonidos, por medio de cajas repletas de garbanzos, lentejas y arena, o peces multicolores, a base de cartón, botones, confeti y tapones. «Yo hice uno muy bonito, de color azul y con mucho confeti», dice Jesús Caselles, de 6 años, mientras moldea, con entusiasmo, el barro. «Ahora estamos haciendo a Nadarín y a sus hermanos», precisa Luca Casasnovas. Pero ¿quién es Nadarín?

«Es el protagonista del libro de Leo Lionni, que cuenta cómo esta criatura tuvo la idea de proponer a sus hermanos que nadasen todos juntos para conformar un gran pez con el fin de ahuyentar a sus enemigos», explica la monitora Laura Carbajales. Como el de Nadarín son muchos los libros clave, que marcan el desarrollo de las actividades, de lunes a jueves, en horario de once a una de la mañana.

El «Juego del arte», que seguirá navegando por Candás hasta finales de agosto, contará con nuevos tripulantes la próxima semana.