Joaquín Viña Rodríguez duerme todos los días con la actriz Angeline Jolie, la modelo Laetitia Costa o la tatuadora Cat Bondi. Pero no piensen mal. Sólo son cuadros. Esos que decoran de pequeños mensajes su casa y que lucen, desde hace tres años, en las paredes del teatro Prendes de Candás, donde se encuentra una de sus obras insigne: dos murales repletos de iconos del cine. Y es que, desde que este candasín, de 38 años, descubriera que lo suyo era el pop art -movimiento que se caracteriza por el empleo de imágenes de la cultura popular tomadas de los medios de comunicación-, no ha parado de retratar sobre el lienzo a famosos. Pero, eso sí, siempre mujeres. Es difícil toparse con algún hombre en sus creaciones. Quizá porque, como dice, le gusta la belleza, esa que sólo es capaz de encontrar en las facciones femeninas.

Aun así, no todas tienen la suerte de salir al completo en sus cuadros. Tan sólo un selecto grupo de famosas, entre las que se encuentra, por supuesto, Angelina Jolie, consiguen deslumbrar a este artista candasín, que vive cien por ciento entregado a la pintura. Pero si Joaquín Viña no encuentra a su musa perfecta, no hay problema. A base de imaginación y de unos cuantos retoques por aquí y por allá consigue dibujar a su súper heroína. Y es ahí donde, precisamente, entran en acción las revistas de su hija. «Me sirven mucho de inspiración. Veo a una chica y le cojo, a lo mejor, los ojos, y a otra, su boca, y así voy haciendo mezclas hasta que consigo lo que busco», comenta.

Pero, ¿y qué hay de los rostros candasinos? Lo cierto es que las mujeres de su pueblo tampoco logran levantarle pasiones. «No hay muchas chicas que vea por la calle y que me llamen la atención y si encuentro alguna me da vergüenza pedirle que se venga al estudio para que le haga una fotos», responde. Sin embargo, hay una que sí retrataría sobre el lienzo. Y esa no es otra que la actriz y modelo Paula Echevarría. «Todo el mundo me dice que la dibuje, que es muy guapa. Supongo que no lo he hecho antes porque somos amigos, fuimos juntos al instituto. Pero sí, yo creo que pronto estará ahí pintada», adelanta, señalando sus cuadros, con «Santa Angelina» presidiendo su pequeña exposición casera.

No obstante, esta afición suya por el arte no viene de ahora, sino de años atrás. Siempre le gustó pintar y cuando era un crío ya dibujaba superhéroes o edificios imposibles, que «me encantaban», apunta. Sin embargo, no fue hasta 2003 cuando dio el gran paso de exponer su obra en la Casa de Cultura de Candás. Aunque «no había por dónde cogerla», lo cierto es que ese desorden parece que conquistó miradas y le dio la llave para abrir de par en par la puerta del arte. «Tenía algún cuadro estilo pop art y un amigo me animó, entonces, a llevar mis creaciones al Centro de Arte Dasto, en Oviedo. Les llamó la atención y me ofrecieron exponer. Y así, hasta hoy», relata animadamente, sentado en un sillón mientras contempla su obra.

Es en ese momento cuando Viña, muy perfeccionista, se da cuenta de que a la chica del dibujo de Las Vegas sería necesario ponerle una melena más larga o a la superheroína rubia pintarle de azul la capa. «Bueno, un día de estos me pondré con ello», expresa. Aun así, tiene hasta la primavera del año que viene para darle a su obra las vueltas que quiera. Será, pues, en esa fecha, cuando culmine una exposición, compuesta por 22 cuadros en los que las protagonistas serán, de nuevo, mujeres. «Las llevaré primero a la galería Dasto y luego pretendo también ir a Madrid y, si tengo suerte, puede que a Italia», asegura.

No obstante, sus obras siempre vuelven a su querida villa marinera. Más aún, si se tiene en cuenta que su inspiración nace justamente de las vistas que puede contemplar desde la ventana que tiene en el salón de su casa. «Desde aquí veo la iglesia, un poco de La Baragaña, el puerto, el mar... Es una pasada; te enamoras rápidamente de todo lo que ves», enumera, mientras siente ese fuerte sentimiento detrás del cristal. «Candás es especial. Yo siempre digo que es una comunidad o una familia muy grande y que siempre está ahí para darte cariño. Soy muy feliz aquí», sostiene. Y todo esto lo dice un «candasín, candasín, que nació en casa, en el centro del pueblo», agrega.

Aunque por su estilo pop art Candás se convierte ahora muy pocas veces en la estrella de sus cuadros. Por su cabeza ya rondan varios proyectos locales. Entre ellos hacer un cómic sobre el pleito de los delfines. Alegre y sociable, como así de define, a Viña lo que más le gusta de su pueblo es, cómo no, el muelle, el mismo que contempla tanto de día como de noche desde esa ventana mágica de su casa.