«Allí al borde del desierto, allí donde no existen los mapas, se impone confiar en una mano, en una intuición, en una estrella». Son palabras rescatadas de uno de los cuadernos de viaje expuestos en la muestra que acoge la Casa de la Cultura de Avilés del 8 al 30 de agosto y en horario de 11.00 a 14.00 y 18.00 a 21.00 horas. Catorce artistas aportan sus obras a esta coleccción -«Estrada. Cuadernos de viaje»- con diseño expositivo de Fandango y la coordinación y comisariado de Alba González Sanz y Job Sánchez Julián.

La exposición permite al visitante hacer un viaje imaginario por aquellos lugares que varios artistas han visitado, imaginado o incluso recreado en sus fantasías, como un cuaderno que hace referencia a los últimos años de vida de una mujer. La temática es la misma para todos los artistas: los viajes, ya sean éstos reales o imaginarios. Sin embargo, las formas de expresarse sobre el papel que eligen los autores son muy dispares. Hay obras muy legibles, fáciles de interpretar; por ejemplo, Antonia G. Tinture representa en su cuaderno un puente, un barrio con casas muy juntas y apiladas y un tranvía. Estos elementos trasladan inmediatamente al vecino Portugal a todas las personas que conozcan Lisboa.

No todos los cuadernos comparten ese código universal de lugares comunes que permite al espectador hacer una lectura intuitiva de la obra. La intención de Juan Castro está muy alejada de ese principio, pues uno de sus objetivos es que el espectador se pregunte qué representa su obra. Aún así, no hace falta ser un entendido en la materia para que su cuaderno recuerde a Picasso; incluso algunas partes de la obra son similares al «Guernica». Todos los elementos se superponen en una presentación a todo color y en tres dimensiones. Sin duda, esta obra se encuentra entre las más llamativas y originales de la exposición.

Los collages también están presentes entre las muestras exhibidas en la Casa de la Cultura. Autores como Olalla Hernández, Laura Casielles, Ana Rodríguez o Sonia Carvalho han apostado por ellos en sus cuadernos. Entre éstos es especialmente llamativo el de Ana Rodríguez, que recoge su propio pasaporte yuxtapuesto a billetes de diferentes países como Honduras, Guatemala o Argentina.

La sala de exposiciones de la Casa de la Cultura ha cuidado hasta el último detalle para el mayor lucimiento de las obras de esta muestra. Acompañando a la exposición se reproducen imágenes en un televisor que ayudan a completar el concepto de viaje sobre el que gira la exposición. En la pantalla se suceden secuencias formadas por planos en detalle de la piel donde pueden apreciarse las líneas y arrugas que la caracterizan. En contraposición, aparece un reloj de arena, un tren o el pasar de las hojas de un cuaderno. Todo ello acompañado de música, pero no una música cualquiera sino una digna, por el suspense que crea en el ambiente, de una película de Hitchcok. Quizás sea ese suspense, esa incertidumbre que ofrece la vida diaria lo que quiere trasmitir la exposición en su conjunto. Pues al final, la vida es una sucesión de momentos impredecibles, al igual que las anécdotas vividas en los viajes.