Javier NEIRA

Un público familiar llenó en la tarde noche de ayer el salón de actos del centro social El Cortijo, de La Corredoria, para asistir al concierto de la orquesta Oviedo Filarmonía, dirigida por su titular, Marzio Conti. Éxito artístico y prueba positiva para una fórmula de charla-concierto que se repetirá hoy, a las ocho de la tarde, en Trubia.

Conti mostró una vez más que es tan buen presentador y animador como director de orquesta. Como entremés comentó que los músicos que capitanea estaban encantados de realizar una nueva experiencia llevando «la música a la sangre de la ciudad, a la parte más verdadera», y, en efecto, más de doscientas personas, entre ellas un buen número de niños, siguieron la sesión, que duró una hora larga.

El maestro arrancó invitando al público a tirar a la basura el programa porque había decidido cambiarlo en el último minuto. En buena medida se centró en la música de la película «Master and Commander», para, como dijo, «hacerlo todo más vivo y nuevo».

Tras explicar la disposición de los instrumentos en la orquesta pasó a dirigir con un bastón -como se hacía en el primer Barroco- la obra «Marcha de los turcos», de Giovanni Battista Lully, músico italiano en la corte del rey francés Luis XIV. Pero no utilizó para ambientarse la clásica peluca, como dijo con especial gracia teniendo en cuenta su acusada alopecia. Una interpretación rotunda, muy aplaudida.

Después, Rameau, con la pieza «Tambourin», que aparece en la película «Casanova». Nueva ovación con el público entregado. Dejaron «la corte del rey Sol» y se fueron a Venecia, según dijo Conti, para tocar, ya sin bastón, la obertura de «Arsilda, regina di Ponto», de Vivaldi, una pieza preciosa, trepidante y solemne, para terminar de nuevo a gran ritmo. Más aplausos.

El maestro explicó entonces la diferencia entre el arco del violín barroco y el actual, así como las características de la flauta travesera y la de pico.

Y llegó la hora de Alemania, con Bach, del que interpretaron el primer movimiento del tercer concierto de Brandenburgo. Una pieza maravillosa y arrolladora que fue recibida con entusiasmo por el respetable. Después, el adagio del concerto grosso número 6 de Corelli, delicadísimo y con carácter en la versión de Oviedo Filarmonía.

Para interpretar un tiempo de la primera sinfonía de Mozart, Conti sacó al estrado a un niño de 6 años, y es que con esa edad el genio de Salzburgo la compuso. Puso especial acento en la intervención de los oboes en el quinto compás. «Mozart era un extraterrestre venido de la estrella Sirio», dijo. Y de cierre, Boccherini y la «Música nocturna en las calles de Madrid». Como propina, tocaron la retreta de esa pieza, que el público acompañó con palmas.