Dos pares de zapatos sobre las tablas del Filarmónica delimitaron ayer el espacio escénico y descubrieron a los actores. Unos de tacón bajo y otros clásicos de cuero marrón representaron a Rosalía de Castro y a Federico García Lorca. El cantautor Amancio Prada salió al escenario con su guitarra. Comenzó entonces un diálogo imposible históricamente pero muchas veces plasmado en la obra del poeta granadino. "A Rosalía de Federico".

"Que empiece el llanto de la guitarra...". Prada se metió al público en el bolsillo con el primer verso lorquiano de "El poema de la siguiriya". Al más puro estilo andaluz, sentado en un silla de madera y con los pies sobre un cajón, el artista declamó y cantó un extracto del libro "El poema del cante jondo" para demostrar la admiración que Lorca le profesaba a De Castro, nacida en Santiago de Compostela, y que le sirvió de inspiración para escribir "Seis poemas gallegos".

El cantautor se puso en la piel del uno y de la otra en un original espectáculo que combinó el simple y llano concierto con la interpretación. Así, Prada dejó a ratos la guitarra y la zanfoña para narrar en una falsa primera persona la peripecia vital de los dos protagonistas.

"Llevo a Galicia en el corazón porque en ella he vivido y soñado mucho", dijo un Lorca enamorado de la tierra de Rosalía y que ayer volvió a estremecer a sus lectores en forma de canción, con la ayuda de Prada y gracias a una idea original de José Luis Gómez.

Un sutil juego de luces, obra de Carlos Marqueríe y del director de de escena Carlos Aladro, acentuó el drama de los versos que hablaban de la melancolía, de la tristeza o de la lluvia intensa cambiando del azul al rojo. "Chove en Santiago...".

El acordeonista Cuco Pérez completó el concierto y acompañó al cantautor en la segunda parte del recital, que para muchos fue un diálogo cantado.

El público llenó el patio de butacas del Filarmónica en un día en el que la máxima atención estaba en el teatro Campoamor y supo contener la respiración y las palmas en cada marcada pausa. Ovaciones después de los poemas y tras las canciones con sabor gallego. Al final, un largo aplauso a los tres, Lorca, De Castro y Prada.