Satisfacción y risas en el tercer título de la LXVI Temporada de Ópera del Campoamor. "Don Pasquale", de Donizetti, según una producción de la Ópera de Las Palmas de Gran Canaria recreada en Oviedo, cumplió con las expectativas en la función de ayer noche. La soprano asturiana Beatriz Díaz, sobresaliente. Cuatro minutos y 55 segundos de aplausos. En el palco oficial, el alcalde Agustín Iglesias Caunedo con directivos de la ONCE.

La sirena del crucero de lujo -sin duda la señal acústica del amor- suena como primera nota de la obertura en la que Marzio Conti, al frente de la orquesta Oviedo Filarmonía, demostró que Donizetti es el Mozart italiano. Primera ovación de la noche. Desde el primer instante, el rico anciano,, que protagoniza la ópera bufa, camina hacia la farsa a la que da nombre. La escena, visible durante unos instantes, ilustra la música y después se va a negro, dejando ecos de "Amarcord" y "Muerte en Venecia". O, según el programa, de "Historias de Filadelfia".

El enredo se plantea sin preámbulos. Don Pasquale discrepa de las intenciones amatorias de su sobrino Ernesto, que se niega a obedecerle, así que el viejo busca esposarse para, de esa manera, desheredarle. Su amigo y traidor Malatesta, ayer según el barítono Bruno Taddia, muy bien de voz y escena, canta "Bella como un ángel" para colocarle a una supuesta hermana, Sofronia, que no es más que Norina, la novia de Ernesto, que tan bien encarnó la soprano asturiana Beatriz Díaz.

Y don Pasquale, encarnado por el bajo Carlos Chausson -excelente toda la noche-, exige conocerla, mientras canta "Ah, un fuego inesperado". Unos sportsmen cruzan y cruzan la cubierta. Qué bien viven todos. El tenor José Luis Sola, que precipitadamente se hizo cargo del rol de Ernesto por enfermedad del cantante previsto, llora su amargura, con buena voz y línea de canto.

En un camarote de lujo aparece la soprano asturiana Beatriz Díaz, como Norina, valiente en su difícil papel y triunfadora. Canta "Aquella mirada al caballero", muy bien, con agilidades y agudos complicados. Malatesta le explica la trama: Norina personificará a Sofronia y se casará con don Pasquale. Después le hará la vida imposible.

En el segundo acto, en un pub del buque, Ernesto, desesperado, canta "Povero Ernesto!", acompañado por un solo de trompeta, en escena, como músico del crucero.

De nuevo en una cubierta. Don Pasquale y Sofronia/Norina se conocen, mientras la joven, en un aparte, entona "Verás, viejo loco, cómo te las gastaré".

Chausson canta "Adelante, ten valor", y con un notario falso el engaño se consuma. Norina, ya esposa, se convierte en una fiera. "Quiero lo diré yo", le grita al flamante esposo; rompe un plato y sigue con su plan sin piedad. Don Pasquale está horrorizado, "Soy traicionado, burlado" canta muy acertadamente.

En el último acto las facturas de la joven se acumulan. Norina canta "Los diamantes, rápidamente, rápidamente". Don Pasquale se planta y Norina le cruza la cara, se muestra al punto muy zalamera -buenos agudos de la asturiana- y después le hace creer, con una nota furtiva, que además tiene un amante. El Coro de la Ópera de Oviedo, con pocas intervenciones, como, por ejemplo, "Qué interminable ir y venir", cumplió y más como siempre.

Don Pasquale planea vengarse, "Espera, espera, querida esposa", y acaba en una lancha de salvamento con Malatesta. De nuevo la escena se va a la cubierta, la serenata "Qué agradable está la noche", de Ernesto, entre bastidores, muy acertada, y más aun el dúo con Norina cambian definitivamente el tercio: el triunfo del amor es ya seguro.