"Como un reto". Así afronta La Capacha Teatro la función que desplegará en el teatro Jovellanos el próximo jueves (20.30 horas). No en vano, se enfrentan a la responsabilidad que exige haber sido seleccionada entre las únicas dos compañías teatrales amateur que actuarán este año en el gran coliseo gijonés. "Aunque económicamente no compense mucho, es todo un reto poder expresar tus trabajos en lo que es el no va más del teatro asturiano", señala José Luis Fernández, director de La Capacha.

Y eso que él no es virgen en esta experiencia, algo que ocurre con la actriz Charo García Giménez. "Me siento con mucha responsabilidad pero a la vez feliz. Poder actuar en el Jovellanos, para un actor amateur es muy grande", afirma. A su lado, en el escenario, tendrá a Ángel Héctor Sánchez, actor con experiencia en largometrajes y series televisivas como "Aída", "Luna, el Misterio de Calenda", "Doctor Mateo", "Gran Hotel" o "Águila Roja".

Y el reto será doble. Por las exigencias del escenario, y por la obra elegida: "Arizona". Una tragicomedia de Juan Carlos Rubio en la que únicamente dos actores permanecen durante hora y media en el escenario. Ángel Sánchez y Charo García se enamoraron del texto, en el que George y Margaret, un matrimonio norteamericano que se asienta en el desierto, exponen al respetable "un enfrentamiento entre los ismos socio-culturales e ideológicos y la propia sensatez humana", según explica el director de La Capacha Teatro.

"Queríamos llevar la obra a los escenarios. Conocía a José Luis de otra compañía. Le hablé de la obra y le pedí que la solicitase y trabajase. Intentamos llevarla con una compañía profesional, pero la SGAE no dio autorización. Así que puso La Capacha al servicio de "Arizona"", cuenta Ángel Sánchez. El director confiesa que la obra no le entró por los ojos en un primer momento, algo que el tiempo cambió. "Me convencieron, porque al principio no estaba convencido. Es una obra difícil, de fraseado muy breve y ágil. Pero ahora estoy muy feliz, porque con ellos no me ha sido difícil", explica José Luis Fernández. "Es que nos hemos entregado en cuerpo y alma", agrega Sánchez. No en vano, llevan casi seis meses de duro trabajo en un local del barrio de Laviada utilizado por las compañías aficionadas para ensayar.

A tenor de cómo habla de la obra, José Luis Fernández ha terminado por sucumbir a sus encantos. Su voz toma un tono apasionado cuando se refiere al trasfondo del texto de Juan Carlos Rubio. "Los ismos nos llevan a la destrucción. La obra va enfrentando a dos personas que radicalizan sus -ismos (conservadurismo, patriotismo, religión...) por encima de su humanidad. Llegan al desierto pensando que lo van a cambiar y el desierto termina cambiándoles a ellos", expresa Fernández. Rubio se inspiró para la obra en una noticia real sobre la formación de patrullas de civiles norteamericanos armados para vigilar la frontera con México.

Sánchez interpreta al marido, George, "con aires de cowboy, de pistolero" y un "auténtico cretino convencido de firmes ideas que le inculcaron". García Giménez, por su parte, encarna a Margaret, una mujer que "va al desierto porque sigue a su marido, le ama y le ve como un Dios; pero allí se dan unas circunstancias por las que pasa a ser más independiente y deja de ser tan sumisa y condescendiente". Para la actriz, "es el papel más difícil que he hecho".

Tras horas y horas de ensayos, la compenetración entre los dos actores se ha ido perfeccionando. "La complicidad es total. Tiramos el uno del otro", confiesan. Les espera hora y media solos ante el público del principal teatro de Gijón. "Tienen que olvidarse del texto, dejar que los personajes fluyan y olvidarse de que son actores", recalca José Luis Fernández. "Yo lo tengo claro. Se apaga la luz y esa hora y media soy Margaret y Charo se va", matiza la actriz amateur, que ha hecho sus "pinitos" en televisión.

Ambos se enfrentarán al "reto" de llevar al principal teatro gijonés la obra de Juan Carlos Rubio en la víspera de San Valentín. "Tiene su poso de amor, incluso hasta se ven atisbos de erotismo", señala el director. Erotismo, "puede que el único ismo que no sea negativo", bromea Fernández de forma certera. No en vano, en vez de a la destrucción, lleva más bien a la procreación.