Una de las mejores orquestas del mundo, la Filarmónica de San Petersburgo, con su director titular, Yuri Temirkanov, y el arpista Xavier de Maistre, en lo más alto de los solistas internacionales, no podían dejar otra cosa que el colorido, exuberante y por momentos sobrecogedor concierto de ayer en el Auditorio. El público respondió en bloque para una de las citas grandes de la temporada. También los artistas.

De entrada, la orquesta hizo alarde de su poderío y fuerza, una presentación de gran efecto, con la obertura de "Ruslán y Ludmila", de Glinka; fue la muestra de lo que iba a ser el nivel de una noche memorable. Xavier de Maistre, combinó después elegancia y fuerza con el concierto para arpa y orquesta en mi bemol mayor op.74 de Glière. Fue una renovación de la idea del solista de arpa tradicional, tanto por el instrumento, con fuerza y elegancia, como por la orquesta, con sus coloridas combinaciones. Tras el delicado segundo movimiento, De Maistre dejó de propina unas variaciones del Carnaval de Venecia, una de sus obras talismán. La sinfonía Patética de Tchaikovski llevó al delirio: intimismo puro y el fuego interior del compositor al descubierto, con numerosos detalles hasta llegar a un último movimiento sobrecogedor. Tras cinco minutos de aplausos la orquesta dejó de propina "Nimrod", un número de la suit e Enigma de Edward Elgar.