Manuel Álvarez-Xagó (Avilés, 1978) vuelve con "El sommelier de almas" (Círculo Rojo, 2015) a contar ficciones. Lo hizo por primera vez hace cuatro años, cuando publicó su primera novela: "La sonrisa del vencido" (La Esfera de los Libros, 2011), y nunca ha parado. Esta noche (20.00 horas) presenta en el salón de actos del Centro de Servicios Univeristarios de Avilés su segunda historia de serie negra. Estará acompañado en el acto por el concejal de Cultura en funciones, Román Antonio Álvarez. Los dos juntos hablarán de muerte y destrucción en un acto organizado por la Sociedad de Amigos del País.

Álvarez-Xagó es abogado. Trabaja para la Policía Nacional de Alicante. "Sí, conozco la trastienda de la sociedad", admite. El novelista se crió entre Avilés "y San Juan de la parte de allás". Su vida a orillas del Mediterráneo -desde hace ocho años- es la causa principal de que haya unido "Xagó" al apellido "Álvarez". "Quiero llevar un poco de la tierra en mi nombre", apunta.

"El sommelier de almas", dice, es "la historia de un probador de almas; las tiene que elegir, pero no vamos a desvelar ahora para qué fin", subraya. El novelista sostiene que uno de sus vicios como escritor "es hacer sufrir a los lectores". Pero este sufrimiento lo inflige con los temas que elige, nunca con las formas. "Resulta verdaderamente complicado parecer que cuentas una historia con sencillez", señala.

La segunda novela del avilesino presenta una estructura de dos historias que "irremediablemente están condenadas a unirse". Álvarez-Xagó desarrolla una de ellas en Avilés, "aunque con otro nombre". "Describo calles, locales...", confiesa el novelista que se siente satisfecho con la historia que presenta esta noche. "Ha sido un avance", concluye.