El color azul inundó ayer la plaza del Ayuntamiento. Un montón de aficionados del Oviedo empezó a coger el mejor sitio -bajo el balcón del Consistorio- a eso de las siete de la tarde; una hora antes de que el capitán del equipo carbayón, Diego Cervero, y su colega Héctor Fernández, jugador del Vetusta, diesen el pregón de las fiestas de San Mateo. Media hora más tarde, ovetenses de todos los rincones de la ciudad, con camisetas y bufandas de su equipo o sin ellas, hicieron lo mismo tratando de encontrar los últimos huecos libres. A las ocho menos cinco, cuando casi todos los miembros de la corporación municipal ya habían subido al salón de plenos, la plaza se llenó y fue evidente que se había quedado pequeña para albergar tanto al público como a la banda de música "Ciudad de Oviedo" -relegada a un rincón- por tener un chiringuito instalado en el medio. Al poco estalló el delirio. "Solo entiende nuestra locura quien comparte nuestra pasión. Porque tenemos la ciudad más bonita del mundo. Porque tenemos la mejor afición del planeta. ¡Puxa Asturies! ¡Hala Oviedo! ¡Y viva San Mateo!". El chupinazo, aplausos y gritos dieron por inauguradas las fiestas tras el discurso de Cervero y Héctor.

Los jugadores emocionaron al público con un pregón leído e improvisado a medias en el que hablaron de su infancia, de su adolescencia y de sus comienzos en el mundo del fútbol. "Me acuerdo de las tardes que quedaba en La Gorda o me juntaba con los amigos en el centro Cívico, y del toque de queda a las nueve y media para volver a casa", contó el capitán del Oviedo, que estudió Medicina, como su padre y su tío, "en el maravilloso Campus del Cristo". Cervero explicó que hizo su primera prueba a los nueve años en el Carlos Tartiere. "Antic vino a saludarnos y terminé jugando el primer partido con la camiseta del equipo de mi vida en Villamayor, en el campo del Fortuna". Y reflexionó en voz alta que "los valores azules definen a Oviedo porque desde 1926 el club ha sido el buque insignia de los valores que esta ciudad lleva por bandera".

Héctor, que entró a formar parte de la familia del Oviedo en 2004, cuando tenía 11 años, habló de las dificultades de algunos entrenamientos. "Eran años duros y muchos preferían irse a otros equipos. En invierno era habitual que no pudiéramos ducharnos porque no había agua. Y a veces nuestros padres nos alumbraron con los faros de los coches porque tampoco había luz en el campo". Para el jugador del Vetusta, "esta ciudad y esta afición levantaron a un equipo que estaba muy tocado, pero nunca hundido". La frase animó aún más la plaza del Ayuntamiento, que había calentado motores con las palabras del periodista Luciano García -que ejerció de maestro de ceremonias- y de Wenceslao López, defensor del "papel conciliador de las fiestas y de que el Ayuntamiento luche por lograr una buena convivencia". El Alcalde recibió la pitada de los trabajadores de la oficina de Recaudación de Oviedo, que desplegaron una pancarta con la leyenda: "El tripartito nos manda al paro. Contra el desahucio laboral de los trabajadores de Recaudación".

López y los vicealcaldes, Ana Taboada y Roberto Sánchez Ramos "Rivi" saludaron a los ovetenses desde el balcón tras el tradicional chupinazo, pero optaron por visitar después los chiringuitos cada uno por su lado.

No hubo grandes ausencias en el salón de plenos municipal, que da a la plaza del Ayuntamiento, a excepción de la falta del edil de Economía, Rubén Rosón, (Somos) que optó por ir al teatro.

En concreto al Filarmónica para ver el musical "Mongolia", previsto a las 20.30 horas.

El exalcalde y líder del PP, Agustín Iglesias Caunedo, llegó al Ayuntamiento cuando Cervero y Héctor ya habían empezado el pregón. Lo hizo discretamente y vestido de sport. Se puso a charlar con su compañera Belén Fernández Acevedo, y los ediles del PP, Covadonga Díaz y Francisco Javier García "Chisco", y saludó a la plantilla del Oviedo. Así, jugadores como Jon Erice, David Fernández o Héctor Font, entre otros, disfrutaron del pistoletazo oficial de las fiestas en el edificio consistorial junto al presidente del club, Jorge Fernández Vallina, la gerencia y el consejo de administración.

Una habitual del pregón como la cronista oficial de Oviedo, Carmen Ruiz-Tilve, no faltó a la cita y acudió puntual y casi a la vez que Mateín, que a diferencia de otros años llegó al Ayuntamiento a pie en lugar de montado en un clásico coche "haiga". "Cogí el autobús de línea, fui a la pensión y dejé allí la maleta con una muda para toda la semana", explicó el popular personaje de las fiestas mateínas, que además contaba a todo el que quisiera escucharle que su nombre está de moda. "Fíjate que Messi le ha puesto de nombre Mateo a su segundo hijo. Qué cosas".