Guantes, mascarilla... y la constatación de que a los gijoneses aún les queda mucho que aprender sobre reciclaje. Analizar que hay dentro de las bolsas de basura que van al contenedor verde fue el experimento que ayer promovió en el rastro el personal de la Empresa Municipal de Servicios de Medio Ambiente Urbano (Emulsa) como acto final de la Semana Europea de Prevención de residuos

Cincuenta y tres kilos seleccionados al azar en un contenedor de basura de la calle Argandona bastaron para demostrar que las cosas no se hacen bien. De todos esos kilos sólo deberían estar en ese contenedor 28: 25 de basura orgánica y otros tres kilos de elementos variados. El experimento sirvió para contabilizar también 7 kilos de papel y cargos, 9 kilos de envases, 4 kilos de vidrio y otros cinco kilos de diversos materiales que también tienen espacio propio en los puntos de reciclaje. Todo eso sobraba del contenedor de la calle Argandona. Y mucho más hubiera sobrado si el contenedor elegido estuviera en el Polígono de Pumarín donde hay un proyecto piloto de recogida selectiva de basura orgánica. 2020 es la fecha impuesta por Europa para llegar al 50% del reciclado.