Miles de pequeñas piezas se reparten sobre enormes mesas. Sin aparente orden ni lógica, forman un mar caótico de colores y formas. Cuesta creer que en unas horas las 18.000 vayan a ser parte de una misma cosa, de una imagen de 276 centímetro de largo y 192 de largo. Pero ellos están seguros, y trabajan para que el puzle esté resuelto antes de que finalice la jornada de hoy. Ellos son los 52 miembros de la Asociación Española de Puzzles (AEPUZZ), que se han lanzado al reto de completar el rompecabezas en la localidad de Lamuño (Cudillero).

"La librería mágica" es el título del puzle elegido para la ocasión. La dificultad es máxima. "La separación de las piezas es casi imposible. Es imposible ir apartando los colores. Es un mogollón tal que no hay ninguna pieza que sepas dónde va. Eso implica una complicación bárbara", explica una de las fundadoras del colectivo, Asunción Domínguez. Lejos de ser un juego de niños, esta especialidad tiene muchos adeptos repartidos por toda la geografía nacional, que participan en campeonatos y exposiciones, siempre atentos a las novedades de las principales marcas del mercado.

Hay algo en esta afición que anima a no parar. "Es como una antorcha que está encendida, y aunque bajes un poco la llama para dormir un rato, está ahí; te despiertas diciendo 'tengo que seguir'", afirma Domínguez, que ahonda en los beneficios de este hobby: "Ejercita ambos lados del cerebro, el lógico y el artístico". Además, puede dar fe, crea amistades y permite pasar buenos ratos. Desde Madrid ha llegado Silvia Hernández, que explica que lo primero para enfrentarse a este caos es separar "las piezas por colores, las que van en el borde... y después comienza lo difícil". La emoción se mantiene hasta el último segundo, cuando se comprueba que todas las piezas están en su lugar. "A veces nos faltan una o dos piezas, es normal con tanta cantidad", asegura.

Los puzles fueron un entretenimiento muy presente en la infancia de la sevillana Fali Aguilar. Tanto que, junto con su pareja, decidieron hace unos meses unirse a este grupo de adeptos. "Es la primera vez en este tipo de encuentros, lo máximo que habíamos hecho eran dos mil piezas. Aquí hay gente que las coloca sin mirar", asegura. La noche es larga, y han preparado café.