Mientras muestran con los dedos, tímidos, cuántos años tienen, Alberto Sanzo, de cinco, y su hermano Pablo, de tres, no le quitan ojo a "Bandolero", que pasa por allí con su elegante traqueteo.

A "Bandolero" le miran todos. Humanos y teléfonos móviles. Tiene 13 años, un pelo blanco que deslumbra, es de raza española y, hace pocos días, tuvo que abandonar obligatoriamente su casa, el centro ecuestre El Asturcón, para mudarse a una finca en Latores. Así lo explicó Omar García, el Heraldo de la Balesquida, que ayer recibió del Alcalde, Wenceslao López (PSOE), el permiso para celebrar una de las fiestas más tradicionales en la ciudad: el Martes de Campo.

Fue un recorrido de quince minutos por el centro de un Oviedo encapotado. A punto estuvo, pero no llovió. Así que desfilaron dos trompetistas, bandas de gaitas y varias personas con disfraces de caballos. "Estos no son de verdad", explicaba Gemma Polledo, madre de los pequeños Pablo y Alberto.

"Permiso concedido", gritó el Alcalde desde el balcón del Ayuntamiento. Allí estaban también el concejal de Cultura, Roberto Sánchez Ramos, "Rivi", (IU) y la vicealcaldesa Ana Taboada, con mensaje en su camiseta incluido: "El mundo es de los valientes". Ellos estaban arriba, en el balcón de las autoridades. Abajo estaban decenas de ovetenses presenciando un acto que se recuperó en la ciudad en 2002 y que anuncia el Martes de Campo, que se celebrará mañana. "No sabemos dónde ir a comer el bollo", reconocía ayer David González. Eso no era lo importante en ese momento, sino sacar una foto a su hija, Andrea González (3 años) con "Bandolero", el triunfador de la jornada. Y mientras, cientos de niños jugaban al ajedrez en el Calatrava en el torneo de la Balesquida.