La mejor de las diez boronas que ayer se presentaron al primer festival organizado en Ribadesella entorno al preparado de maíz fue la elaborada por Felipe Llerandi en Bode (Parres). Así lo consideró el jurado local, que completó el palmarés de la borona con dos preparaciones cocidas en el concejo, la de María Dolores García Blanco en segundo puesto y la de Estela Rosete Blanco en tercero. En total fueron diez los concursantes (había una undécima borona, pero no llegó) y el abundante público que se congregó en la plaza Nueva pudo degustar su trabajo a una hora en que las tripas comenzaban a rugir.

Hasta ese momento los visitantes tuvieron que alimentarse del olor, pues sólo el jurado podía probar las boronas concursantes para determinar cuáles eran las tres mejores. El gastrónomo riosellano Lluis Nel Estrada, uno de los evaluadores, encontró entre las candidatas una "calidad más que aceptable" y aseguró que la cosa anduvo muy reñida entre las tres primeras, que cumplían "todas las características: una masa compacta, un relleno bien mezclado y que esté jugosa", enumeró Estrada.

El compango debía estar en las proporciones adecuadas y además ser de calidad y la mayor parte de las presentadas a concurso optaron por el chorizo y el tocino de cerdo y ocasionalmente la ternera. La elaborada por Estela Rosete, ganadora del tercer premio, fue la única para celiacos, pues además de harina de maíz amarillo "cosechado entre Margolles y Peruyes" (en Cangas de Onís), en lugar de harina de trigo empleó "un poco de maicena". La riosellana la amasó el sábado, dejó que reposara unas dieciocho o veinte horas y la metió a hornear a las 5,30 de la madrugada, un trabajo que le valió el bono para dos personas de un circuito de "spa". El segundo premio consistió en una cena también para una pareja y el primero en una estancia de hotel, para dos personas y dos noches.

Con todo, los diez concursantes resultaron ganadores, ya que el Ayuntamiento les entregó un vale de treinta euros para gastar en los comercios riosellanos, algo con lo que no contaban. El primer festival aunó la gastronomía, la cultura y el folclore locales, pues la "Banda de Gaites Ribeseya" y el grupo de baile "El Corveru" precedieron a la cata y entrega de premios. Recorrieron el centro de la villa con paradas en la plaza Nueva, plaza María Cristina y plaza de la Iglesia, interpretando bailes tradicionales como jotas, "agarraos" y "alrededores". En este último el público se unió a la danza para poner el broche a la fiesta, aunque luego se interpretaron varios bailes espontáneos por diferentes terrazas de la villa , despertando admiración e interés de clientes y viandantes.