Corría el año de 1889 cuando el Colegio de la Inmaculada comenzó a edificarse sobre la primera piedra colocada en la finca El Real, propiedad de los Cienfuegos-Jovellanos. Apenas dos años más tarde, el centro iniciaría su actividad y desde entonces hasta ahora han pasado 125 años que han contemplado numerosos avatares históricos y personales.

El centro cerró ayer los actos oficiales de celebración de tan redondo aniversario con un encuentro solemne en el que los discursos y los vídeos hicieron un guiño a la nostalgia y una llamada al futuro. Porque, empezando por lo más lejano, el centro presume de haber sobrevivido a una destrucción, la propiciada por la disolución de la Compañía de Jesús durante la II República y el posterior asedio con la Guerra Civil. Tras una rápida reconstrucción, el colegio vivió de nuevo tiempos de esplendor que aspiran a prolongarse en el futuro, como ayer señaló Inocencio Martín, coordinador de las tareas de la orden en la denominada Plataforma Apostólica Local de Asturias antes de entregar las insignias de plata a tres medios de comunicación locales "para reconocer el apoyo que siempre nos han prestado". Onda Cero, El Comercio y LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, representada por su director, Francisco García, cuentan desde ayer con una distinción a la que también ese ha sumado el coro de padres del centro, dirigido por Pedro Menéndez.

Inocencio Martín llamó a "mejorar, cambiar de método educativo y seguir mejorando" tras un curso en el que, además de celebrar el 125 aniversario, se han introducido las tablets para sustituir los libros en papel, se ha producido un cambio en la dirección, que ahora recae en Alfredo Flórez y se ha preparado una renovación en el equipo directivo que se hará efectiva en el próximo curso. Este ha estado dedicado a celebrar por todo lo alto el cumpleaños de un colegio en el que desde siempre ha estado presente "la pasión por educar el cuerpo y el alma con proyectos para cambiar el mundo", como destacó el director, consciente de la necesidad de "asumir los nuevos retos educativos" ante el riesgo de "convertirnos en museos por el peso de la tradición".

En la misma línea apuntó Joaquín Barrero, quien fuera rector del centro hace 25 años, justo cuando se celebraba el centenario del colegio. "Detectamos ciertos signos de cansancio y frustración en el modelo presente, hay que soñar con otro modelo y esa tarea corresponderá a los artífices de la educación", apuntó recién llegado de Roma antes de dar lectura a una carta remitida por el padre Adolfo Nicolás, superior general de los Jesuitas, para agradecer al Colegio de la Inmaculada su labor durante todo este tiempo.

En el acto intervinieron también la alumna abanderada del próximo curso, Julia Álvarez, y Luis Antuña, en representación de la Asociación de Padres, para resaltar cómo el futuro del colegio se compone de "optimismo, esperanza y alegría". Para dejar constancia de todo ello, la propia Asociación de Padres ha colocado una placa en el centro a modo de agradecimiento por los desvelos del colegio para con sus alumnos, que ayer se inauguró de forma oficial.

El broche de oro lo puso la eucaristía final oficiada por el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes. Un cierre de altura para un aniversario histórico.