Una devoción tan honda y arraigada que atraviesa generaciones, fronteras y el corazón de quien la prueba. Así es como se siente Santa Ana en Naves de Llanes, una fiesta que ayer vibró al ritmo de la tradición y con toda la energía de las generaciones más jóvenes. La celebración también se movió al paso que marcó el tambor de Elisa Alonso, encargada de esta percusión por quinto año consecutivo. Esta responsabilidad ha pasado de unas mujeres a otras, y antes que ella la asumieron su madre, Begoña Díez, su tía, Ana Díez, y otras "santanudas" como Rosa Mari Peláez Tarno y Gloria Galguera. Las encargadas del tambor han ido cambiando según se iban casando, pero el instrumento es el mismo desde hace casi sesenta años. "Fue un regalo del Regimiento Milán de Oviedo, que solía venir a tocar a Santa Ana", relató Ana Díez, quien en 1957 (un año escrito a lápiz en la piel del tambor) llevaba el ritmo de la fiesta.

A Elisa Alonso siempre le gustaron los tambores y con 24 años encarnó un papel que se suma al denso curriculum de su familia, pues su padre, Juan Manuel Alonso, fue el inventor del "xiringüelu de Naves" en los setenta.

Esta percusión empezó ayer en La Jondera hasta la iglesia para acompañar al ramu, una tradición que, junto a la hoguera, se ha demostrado anterior a la tradición cristiana. El tambor sonó de nuevo tras la misa en la procesión, acompañada por los cantos, algunos de ellos entonados desde el siglo XIX, según Santi Galguera, gaitero, experto en folclore e incondicional de la fiesta.

Más de 150 aldeanas y porruanos acompañaron ayer a la Vírgen, cuya imagen salió de la iglesia precedida por el ramu y a hombros de Pedro Gutiérrez, Juan Manuel Toraño "El Jai", Ramón Llaca Llaca y Manuel Fernández Gavito, otro "santanudo" en cuya familia han nacido ocho mujeres llamadas Ana y al menos cinco generaciones nativas y devotas de la Vírgen.

Otro de los pulsos importantes de la fiesta es el de los bailes, ayer marcados por la ausencia de Iván García Álvarez, quien lleva 27 años participando y 23 dando las voces del pericote. En estas casi tres décadas García sólo faltó una vez, cuando su abuelo falleció dos días antes de la fiesta.

Un accidente de tráfico le apartó este año de los bailes y confiesa lo primero que le vino a la cabeza cuando tuvo el siniestro: "Que me se me había fastidiado bailar en Santa Ana". Mierense de nacimiento, pero llanisco de adopción y residencia, se levantó ayer llorando, aunque sobre la marcha decidió vencer la melancolía. "No tenía pensado vestirme para no pasar ganas, pero hoy por la mañana cambié de idea", señaló tras la procesión y antes de aventurar: "Lo voy a pasar fatal".

Y así fue, pues muy emocionado tuvo que abandonar la plaza de Santa Ana cuando iba a comenzar el pericote. "El xiringüelu de Naves es espectacular, pero el pericote, para mí, es el baile más guapo que hay", explicó antes de añadir que se trata de "un baile de cortejo de un hombre a dos mujeres" al que ayer dieron vida dieciséis porruanos y ocho aldeanas.

Sin poder dar las voces, Iván delegó ayer en su hermano, David García Álvarez, quien también lleva 25 años bailando y que asumió la responsabilidad. "Lo importante es gritar alto para que te oigan bien", aconsejó el titular a su hermano en tono divertido. Sin la característica presencia de Iván García, deseando regresar el próximo año, los bailes cosecharon buenas ovaciones y aplausos.

Unos veinte críos bailaron la Jota de Tresmonte (estrenada el año pasado) con el panderu cuadrau, El Quirosanu, el Fandango y el Xiringüelu de Naves. Al turno de los mayores fueron alrededor de cuarenta las personas que representaron el xiringüelu, la Jota de Pajares, el Pericote y el Xiringüelu de Naves, todos bailes ensayados, al igual que los infantiles, por otra "santanuda" de los pies a la cabeza, Ana Amieva.

La música también llegó a Santa Ana de la mano del coro "Manín" de Lastres, un asiduo de la fiesta que sufraga una devota anónima. Las gaitas se encargaron asimismo de la animación musical y del pasacalles matutino, de la mano de la banda "L'Alloru" y los grupos "Principado" y "Los Gaiteros". No acabaron ahí las melodías, pues tras la comida campestre en El Polledu el dúo "1 +1" amenizó una romería regada con 3.000 litros de sidra que se repartieron de forma gratuita.

Entrada la noche, el ritmo se reanudó en Naves con la danza que se bailó desde el prau hasta la plaza de Santa Ana, donde arrancó una animada verbena con las orquestas "Cuarta Calle" y "Clan Zero". En torno a la una de la madrugada se subió al escenario de El Polledu la cantante andaluza Tamara, quien repasó sus temas más conocidos e interpretó algunos de su último disco, "Lo que calla el alma".

El pulso de la fiesta, una de las más importantes del verano en la comarca, no concluyó con esa actuación, ya que entre la medianoche y casi el amanecer sonó en la plaza una macrodiscoteca móvil.