En la capilla de la Trinidad, adosada al que fuera palacio de Jove-Huergo y hoy es una de las instalaciones del Museo Barjola, toda invita al recogimiento. De ahí que sea, posiblemente, uno de los espacios que mejor casan con la exquisita propuesta musical del avilesino Mento Hevia (1954). Este músico que domina varios instrumentos (es también cantante) protagonizó ayer un relajado concierto en ese marco so pretexto de la obra que acoge estos días, "Memoria de los signos. Materia primigenia", del artista plástico madrileño Mariano Matarranz.

Es una pieza de gran tamaño concebida y realizada para el muro de la citada capilla. Confluyen ahí algunos de los mundos plásticos de Matarranz, desde las oxidaciones a los caparazones de los quelonios. "Vi esta pieza y pensé en la posibilidad de hacer algo como lo que os propongo para esta tarde", explicó Mento Hevia, antes de aclarar y avisar: "No será como esas sesiones de música en silencio que hago a veces, que pueden durar horas".

El silencio, que es quizás otra forma de la música, tiene una importancia central en el encuetro de Mento Hevia con el público: "De lo que se trata es de pasar un rato en calma, mirando esta obra y en un lugar que tiene una resonancia estupenda". Silencios agradecidos y música en directo con instrumentos de cuerda, de las familias del rabel y de la viola.

Y un repertorio de base tradicional asturiana o con la firma del propio Mento Hevia. La serena calma de la penumbra de la capilla de la Trinidad, en el msueo Borjala, contrastaba con la bulliciosa y soleada tarde del exterior. Fue uno de los días más concurridos del festival Arcu Atlánticu. El concierto del músico avilesino no estaba en la programación del certamen, pero fue tal vez la más "atlántica" de las citas culturales de ayer.