El campo de la iglesia de Ceceda volvió a ser, este fin de semana, un bastión de los oficios tradicionales. Porque además de una cita indispensable en el apartado lúdico, el mercado astur de la localidad, fiesta declarada de interés turístico regional, es un escaparate para todos aquellos artesanos cuyo oficio, cuyo modo de vida, está en peligro de desaparición.

Es el caso de la cantería manual, un arte del que había un notable representante en el mercado: Christian Marne Bleilefens. Su exposición de piezas, que incluía un espectacular busto, llamaba la atención de los visitantes. "A veces lo hacemos bien", comentaba el artesano, con humildad, mientras esculpía una estela con la leyenda "Cecea", para deleite de los vecinos.

Tampoco faltaron artesanos de la madera y el hierro, ni veteranos ilustres como el madreñero Alejandro Rodríguez Junco, del pueblo de Bezanes, en Campo de Caso. "Vamos a todos los mercados, recorremos toda Asturias cada verano", relata el madreñero, que se resiste a que su arte caiga en el olvido.

Además de estos oficios, el mercado integraba una parte dedicada a la alimentación, presidida por los maestros queseros y en la que también se podían encontrar chorizos, empanadas y postres caseros.