Entre bollos preñaos, costillas, criollos, vino y voladores, Santullano vivió ayer el día grande de sus fiestas, que se despidieron por todo lo alto. Desde las siete de tarde, el goteo de gente fue llenando poco a poco la carpa, que acogió finalmente a unos seiscientos vecinos que acudieron a recoger su "bollu" y su botella de vino para la cena campestre.

Con el ruido de los voladores de fondo, que provocaban más de un sobresalto entre los presentes, y el olor de los trescientos kilos de costillar y los seiscientos criollos que Pablo Álvarez y Víctor Fernández iban asando en la parrilla, la localidad se unió en la jornada con mayor asistencia de las fiestas. "El buen tiempo nos acompañó, hemos tenido el mejor finde del verano, con mucha más gente que otros años", comentó Rafael Pélaez, trabajador de la comisión de las fiestas mientras se recorría la barra del bar de la carpa de un lado a otro para atender a los vecinos.

La cola para el bollu, atendida por Brenda Cuervo, María González y Javier Alonso, daba fe de las palabras de Rafael Peláez. "El bollu cuando mejor está es recién hecho, calentín", apuntó Carmen Fernández, vecina de Santullano, mientras lo recogía acompañada de las pequeñas Carlota Valdés y Sofía Álvarez, que confesaron disfrutar "mucho más" de las colchonetas y demás atracciones infantiles. Hubo también vecinos que se acercaron a por su bollu para cenarlo en casa, como Santiago García, estudiante. "Las fiestas me pillaron estudiando estos días, pero el bollu no me lo pierdo", afirmó. Finalmente, con el estómago lleno tras la parrillada, el postre lo pusieron las orquestas "Dominó" y "Waykas" en la verbena que estaba previsto que se alargase hasta las 5.00 horas, con una chocolatada final para los más fiesteros.