"La Antártida es una especie de termómetro que usamos los científicos para ver lo que ocurre en la Tierra, pues todo tiene repercusión allí", explicó ayer Jesús Ruiz, doctor en Geografía e investigador de la Universidad de Oviedo, quien se desplazó a Vegadeo para impartir una conferencia titulada "Aventura y ciencia en la Antártida". Una hora le bastó a Ruiz, natural de Cabrales, para exponer las claves de un lugar "sin dueño" al que definió como "el continente para la paz y la investigación científica".

El investigador cabraliego, que impartió esta charla dentro del octavo Foro Comunicación y Escuela, emprenderá el próximo enero rumbo al continente helado para desarrollar su tercera misión antártica, en este caso, dentro del proyecto "Cronobyers". Además, ayer llegó a Vegadeo con la buena noticia de que el Ministerio de Economía dio este miércoles luz verde al proyecto "Cronoantar", que coordina y que se desarrollará en la Antártida entre 2018 y 2019. Estas iniciativas investigadoras, que Ruiz compagina con su actividad docente en la Universidad de Oviedo, tienen por objetivo medir el retroceso de los glaciares. Defendió la importancia de la investigación, pero también la de la divulgación, pues es clave, dijo, que lo que se investiga "tenga repercusión en la sociedad".

Este doctor en Geografía y experto en evolución glaciar presentó la Antártida como un continente prácticamente deshabitado en el que existen 65 bases científicas de 30 países, pobladas durante el verano antártico por alrededor de 4.000 personas.

Ruiz confió en que el Tratado Antártico siga frenando por mucho tiempo las pretensiones de diferentes países para anexionarse trozos de este continente, frío, seco y ventoso, pero con una enorme riqueza: "Espero que estas reclamaciones estén paralizadas mucho tiempo, para que la Antártida siga siendo un lugar para investigar y colaborar unos países con otros".

Antes de explicar el proceso a seguir para desarrollar un proyecto investigador en la Antártida, quiso dar a los estudiantes unas pinceladas sobre las hazañas de los primeros exploradores que pisaron este territorio. Las gestas de Roald Amundsen, Robert Falcon Scott y Ernest Sackleton "son relatos interesantes que os animo a conocer".

El docente llegó a los estudiantes con un lenguaje sencillo y apoyándose en diferentes fotos de su experiencia antártica. "Una de las cosas que más me llamó la atención es que cada vez que te asomas a la cubierta del barco ves ballenas. Allí son muy fáciles de ver", apuntó, al tiempo que detalló curiosidades como el color gris metálico que caracteriza al mar y la escasísima vegetación que cubre las zonas sin hielo.

Lo más duro de las expediciones de investigación a la Antártida, añadió el cabraliego, es la sensación de incomunicación: "Hay que prepararse mentalmente para saber que vas a estar lejos de tu casa y de los tuyos, sin comodidades". Para vivir esta aventura son muchos los trámites preliminares, desde la presentación de un proyecto científico a la evaluación de un chequeo médico que garantice una buena condición física para soportar el periodo en el Polo Sur. "Para llegar a la Antártida como investigador hay que estudiar mucho", aseveró Ruiz, quien no dejó de animar a los estudiantes con inquietudes exploradoras a cumplir sus sueños, sea en el Polo Sur o estudiando su barrio.