Juan Junceda Moreno recordó ayer a su padre, Juan Manuel Junceda Avello como "una persona hiperactiva" o, como familiarmente se suele decir, como a "un revolvín". Allá dónde fuera, incluso durante sus vacaciones, "se dedicaba a estudiar las características sociales y sanitarias de todo lo que le rodeaba". Eso contó su hijo ayer, en el homenaje póstumo que, a instancias de la Academia de Medicina asturiana, le rindieron la profesión y los allegados. El acto se celebró en el Colegio de Médicos, que Junceda Avello presidió entre los años 1976 y 1986. Su actual presidente, Alejandro Braña, reconoció en su antecesor a "un servidor de la verdad". "No fue un hombre que eludiera los problemas", dijo, y añadió que, en la etapa de cambios que le tocó, los afrontó con "una actitud sincera y responsable".

Francisco del Busto, consejero de Sanidad, también tomó la palabra. Reconoció que "don Juan ha dejado una enorme huella en esta ciudad, en esta región y en la medicina" y lo puso como ejemplo a seguir en tiempos como los actuales, en los que, según dijo, el sistema sanitario público está siendo constantemente cuestionado. "Son las personas las que hacen bueno o malo el sistema", declaró, refrendando la validez de los profesionales.

Antonio Bascarán fue el encargado de hacer un repaso del currículum de Junceda Avello, que, entre otras muchas responsabilidades, ocupó la dirección médica del Hospital General y del Monte Naranco, fundó y presidio la Sociedad Asturiana de Oftalmología y fue reelegido dos veces en la presidencia del colegio. "La oftalmología se beneficio de su sabiduría y su entrega", afirmó.

En el transcurso del acto, muy concurrido y en el que también intervinieron los doctores Julio Bobes, Alonso López y Juan López Arranz, salieron a relucir otras facetas del oftalmólogo, fallecido el pasado mes de julio, como sus estudios históricos y sociales y el premio que le otorgó la Sociedad de Médicos Pintores.