Arrebatador es el adjetivo que mejor describe el concierto que la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) ofreció ayer en el Auditorio de Oviedo, y el joven director venezolano Manuel López-Gómez fue el responsable.

Sin duda, su juventud y formación dentro del Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela, "El Sistema", introdujo un aire renovado en un programa totalmente tradicional. En ocasiones fue extremadamente expresivo, en otras puro nervio, y al término de la jornada el público asistente mostró su entusiasmo por este maestro con un brillante porvenir.

En el programa, dedicado íntegramente a la música de Beethoven, destacó la "Sinfonía n.º 7 en la mayor op. 92", con la que concluyó el concierto, por la brillantez con que la OSPA y López-Gómez supieron destacar en esta página tan conocida del compositor alemán. El IV movimiento hizo las delicias del público con una OSPA que no escatimó en sonoridad. Había un ambiente de complicidad en el Auditorio, y el público lo percibió.

El británico Leon McCawley fue el otro protagonista de la tarde ayer. Es un pianista sin artificios, que se ha ganado con justicia su reconocimiento internacional. Su interpretación del "Concierto para piano n.º 3 en do menor" de Beethoven destacó por la pureza y la claridad, que no pasó desapercibido para el público. No en vano, McCawley, ganó en 1993 el primer premio el concurso internacional de piano de este compositor en Viena. La propina que ofreció en el "Preludio en sol menor" de Rachmaninov, cuya delicadeza e intimismo condujo a un impresionado público al descanso.

La Obertura "Coriolano" abrió esta última jornada de la OSPA, como un preámbulo de todo lo que acontecería después.