Los pinturas y dibujos de Bernardino Rozada Fernández son sorprendentes, simbólicos, enigmáticos e invitan a la reflexión. Es una buena opción pasar estos días, antes del 25 de febrero, por la sala de exposiciones de la Casa de Cultura de Pola de Siero para ponerse frente a su obra y meditar sobre sus sugerencias.

Uno de los apartados es el mural de una selección de dibujos que el artista de Lieres ha ido realizando a lo largo de su trayectoria plástica. Rozada comenta que aún guarda con cariño el primero que trazó, con cuatro años. "Para mí, el dibujo siempre fue muy importante. Digo que prefiero un buen dibujo a una buena pintura", destaca. Explica que atravesó una crisis pictórica que duró unos ocho o diez años: "dejé de pintar y me dediqué a dibujar". Posiblemente encontró aquí una vía de escape de la cotidianidad y un modo de canalizar las emociones del día a día. "Siempre tengo que tener un bloc al lado", reconoce. En estos dibujos hay muchos y distintos autorretratos, así como monstruos, a través de los cuales fluye su rabia. No faltan tampoco sus recurrentes calaveras ni los símbolos masónicos, como el compás y la escuadra.

Bernardino Rozada emplea la acuarela para captar elementos de la naturaleza. Se inspira tanto en un tronco que su padre trae del monte como en unos escayos (zarzas). Prefirió la plumilla para inmortalizar algunos de los cactus de su madre.

Otro apartado de la exposición lo integra un "dibujo más formal", como define el artista, de bodegones, porque en ellos desarrolla la composición. "Me gusta que al observar el cuadro dé tranquilidad", aunque recurra con insistencia a las calaveras sin tener una razón concreta. "Es un elemento compositivo guapo, da mucha personalidad al cuadro", explica. El ladrillo, como símbolo de construcción, también está muy presente en su obra.

Además, hay una serie "más mística", realizada con acuarela, tintas, carbones... Aquí gana protagonismo el brazo, el suyo, porque él es su único modelo. Incluye un homenaje al pintor místico francés Louis Cateaux, con referencias a Dios y a la naturaleza.

Las pinturas con alusiones a la masonería tienen mucho peso, así como otras de sus obsesiones: el tipo y la escalera de Jacob, del paisaje bíblico. Su obra "La máquina de escribir" aparece en la decoración de la película "Asignatura aprobada", de Garci.