Dorotea y Doroteo emprenden rumbo a la India. Las mascotas del colegio Paula Frassinetti son dos muñecos de trapo confeccionados por dos madres de estudiantes que viajarán al continente asiático en la mochila de Marta Torres Pérez, avilesina de 30 años y exalumna del centro de la avenida de Alemania. Durante el mes y medio que esta enfermera y sus dos "amigos" permanecerán en el segundo país más poblado del mundo irán transmitiendo por correo electrónico sus experiencias a los más pequeños de las Doroteas para que conozcan cómo se vive a casi diez mil kilómetros de distancia.

Hace unos días, Marta Torres recogía en Avilés a los que serán sus inseparables compañeros de viaje. Lo hacía en un encuentro que sirvió para relatar estremecedoras vivencias como voluntaria en Senegal, país al que se trasladó desde la capital británica, donde ejercía su profesión. "Un día me di cuenta que llevaba cuatro años en Londres y estaba posponiendo mi sueño: trabajar como enfermera voluntaria en África. En el 2014 contacté con una ONG española que tiene proyectos allí y en agosto me fui a un pueblo llamado Beer", comenta para aún recordar cómo las mujeres de la familia de una enfermera con la que colaboraba "compraban un hielo al día del tamaño de un vaso y lo metían en una nevera tipo playa para beberlo a lo largo de la jornada. No tenían nevera y sólo había agua dos horas por las mañanas".

Asimismo, rememora un parto que atendió junto a una matrona y se prolongó por espacio de cinco horas. "Hubo un momento que mientras la madre estaba en la camilla con contracciones, la matrona daba de mamar a su hija. No teníamos materiales, no había casi luz, estaba todo sucio, había cucarachas por todas partes, no había agua... Y con el mismo guante que la matrona llevaba puesto para medir los centímetros que dilataba la madre, metía la mano en la boca del bebé que llevaba en la espalda y no dejaba de llorar. Terminé cosiendo a la parturienta con el móvil en la boca para poder ver algo", cuenta.

Impactada ante tales carencias, de vuelta a Inglaterra puso en marcha un proyecto para conseguir paneles solares para el centro de salud. "Organicé una fiesta en un bar con una banda senegalesa, hice crowdfunding, conté la historia a varios periódicos y a través de las redes sociales motivé a la gente a donar", explica. Además, estudió un master de enfermedades tropicales para trabajar en países de África, Asia y Sudamérica y regresó a Senegal con 5.100 euros recaudados durante todo un año. "Allí contraté a una empresa del pueblo que instaló los paneles y me quedé trabajando unas semanas más", indica.

En los próximo días afronta un nuevo proyecto personal: conocer India, pero no como turista. Trabajará en una granja orgánica, dará charlas en escuelas y recorrerá el país siempre acompañada de Dorotea y Doroteo. "Me harán mucha compañía", concluye.