La ensenada de Niembro, una barca, un cadáver arrojado al agua, un testigo. La escritora ovetense Ana Zarauza vuelve a encomendar la investigación de un crimen a su pareja de la Guardia Civil, De la Fuente y Posada, en su segunda novela, "El silencio de Nora", cuya presentación tuvo lugar en la mierense librería La Pilarica, con la colaboración del Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas.

La introducción de la escritora y su obra corrió a cargo de Marta Magadán, responsable de la editorial Septem, que recordó el día en que tuvo en sus manos el original de la primera novela de Zarauza, "Algo que ocultar", publicada hace dos años. "Bendita hora. Supe que era el comienzo de una prometedora carrera como novelista". dijo Magadán, que teme que el éxito lleve a la escritora a editoriales más poderosas. "Definiría 'El silencio de Nora' como una novela negra con tintes psicológicos", manifestó la editora, que muestra su satisfacción por la buena acogida de las obras de Zarauza.

La autora reconoció la influencia en su obra de la actual escuela nórdica, de la que destacó a Camilla Läckberg. "Ella sitúa sus historias en un pequeño pueblo sueco en el que vivió y sus personajes se mueven por lugares que conoce bien. Yo sitúo la acción de mis novelas en Llanes, donde paso temporadas, que recorro y visito con frecuencia. Mi pareja de guardias civiles investigan en lugares que me son familiares", dijo Zarauza, que añade que "Llanes sugiere misterio: la bruma del mar, las casas de indianos, algunas casi en ruina, proporcionan unos escenarios perfectos para escribir una novela así". La autora, que dirige la Escuela de Hostelería del Principado de Asturias y es experta en calidad turística, hace que la trama viaje por el concejo de Llanes, situando la acción en Porrúa, Barro, Niembro, Rales o Andrín. "Además, mis personajes comen y cenan", reconoce la novelista, que introduce la gastronomía local en la historia. "Me inspiro en la realidad, en las noticias diarias, que voy seleccionando hasta encontrar mi propia historia", dijo Zarauza, que recurrió a expertos policías, jueces y forenses para aprender los métodos de investigación, y que sitúa la historia en dos momentos, 1972 y la actualidad, lo que complica el desarrollo coherente de la novela. "Cometí errores en el desarrollo de mi primera novela y comprendí la importancia de tener unos esquemas claros y unos personajes bien definidos", manifestó Zarauza, que como lectora le gusta "que una novela, al llegar al final, te deje con cara de pasmo. Eso es lo que quiero como escritora, que la historia mantenga al lector con ganas de seguir y sorprenderle con una resolución inesperada", afirmó la autora, que ya tiene en mente un tercer libro protagonizado nuevamente por De la Fuente y Posada.