"El proceso de descubrir una obra a través de una partitura, el jeroglífico que el autor dejó hace doscientos años o ayer, y que puedas descifrarlo es una emoción, una sensación, un momento, una imagen. Y todo eso se puede vivir como una aventura". Con ese postulado del pianista Julio César Setién queda nítido el objetivo del acto celebrado ayer en Espacio Circus, escenario de la Fundación 16 de 24. No en vano el título del evento era "Carpe Musicam, motivación y entusiasmo". La idea, como explicó a LA NUEVA ESPAÑA Setién, es inculcar tesis tan lógicas como no pasarse más tiempo estudiando el piano que tocándolo. A partir de ahí, cuando imparte clase trata de "descubrir obras que no son tan del gusto" del receptor. Y eso se puede trasladar a la vida para "aprender a tratar con gente con la que no conectas tanto y ver sus cosas buenas". Son cuestiones de motivación que ayer se abordaron con las obras interpretadas por el maestro al piano: "La dinámica es que no sean actos estáticos. Hablo, pongo un ejemplo y toco". Y para esa dinámica ayer había una invitada, la niña invidente Liv Parlee, recordada por su participación en los premios "Príncipe de Asturias" de 2013. Liv Parlee regaló a LA NUEVA ESPAÑA unas notas a cuatro manos con Julio Setién. "Tardé un segundo para localizar la tecla, pero no me costó mucho", dijo la pequeña Liv con su soltura y simpatía de costumbre.