"Mirar al retrovisor del pasado para ver mejor el futuro". Con este planteamiento se celebran en Gijón desde ayer las jornadas "Migraciones: buscando una vida mejor", que buscan traer al presente un fenómeno que "se da ahora a mayor escala que nunca, con más gente que nunca intentando cruzar fronteras y topándose con dificultades para ello", como señalaba el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo Rubén Vega. Un problema que, sin embargo, "es tan viejo como la humanidad, que se mueve desde siempre buscando una vida mejor".

Por eso ayer las jornadas se centraron en "conocer mejor nuestro pasado como emigrantes para saber manejar los procesos actuales". Y por eso varios emigrantes retornados se prestaron ayer a contar sus historias, como la del matrimonio formado por Carmen Burón y Luis Álvarez, quienes estuvieron en Lucerna (Suiza) durante una década, trabajando en fábricas de confección textil y en la construcción. "Siempre nos trataron muy bien, no tenemos nada malo que decir y eso que llegamos a la aventura, a ver qué podíamos hacer", aseguran. Regresaron cuando su hija tenía seis años para que empezara a el colegio en Asturias y nunca han vuelto a Suiza, aunque "nos gustaría, tenemos muy buenos recuerdos". O como la de Conrado Velasco, quien emigró a Bélgica en busca de una vida mejor, tras salir de España como represaliado político. Vivencias del pasado que "siguen siendo actuales", dicen.