"No entraba en mis planes, pero cuando encontré el archivo sobre la sociedad anónima Minas de Riosa supe que algo tenía que hacer" reconoció Mercedes Fernández Menéndez en el acto de presentación de su libro "De la Corona a los accionistas anónimos. Minas de Riosa", celebrado en la Casa de la Cultura de Mieres y que fue organizado por la Asociación Amigos de Mieres, con la colaboración del Club LA NUEVA ESPAÑA de las Cuencas. Fernández (Morcín, 1977), perteneciente a una familia con seis generaciones de mineros "que se sepa", es Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de Oviedo y graduada en Información y Documentación por la Universidad de León, donde leyó la tesis que compone el libro presentado, que mereció la calificación de sobresaliente.

La introducción del acto corrió a cargo del antropólogo y escritor José Ángel Gayol. Jorge Muñiz, profesor de Historia Contemporánea y director de la tesis de Fernández, expuso que "sobre la empresa Minas de Riosa se había estudiado poco, por lo que la autora intentaba algo complejo, una "historia total", un enfoque extraño en los actuales tiempos de especialización".

Fernández hizo un resumen de su estudio, que abarca el período de existencia de la sociedad anónima Minas de Riosa (1899-1916), fundada por ocho inversores notables, que en su tiempo de existencia alcanzó una gran dimensión geográfica, abarcando buena parte de Morcín, Riosa, Loredo, hasta desembocar en La Pereda y que dejó un huella importante en la zona. "Sin embargo, la empresa, que tuvo más de 300 empleados, no llegó a ser rentable, debido a la mentalidad cortoplacista de los socios y también como consecuencia de errores y conductas poco profesionales en lo económico" manifestó Fernández, que expuso las dificultades de la explotación, y detalló el diseño del transporte ideado para llevar el carbón hasta el tren en La Pereda, "un alarde de ingeniería que incluyó un túnel de cantería de 600 metros de longitud". Asimismo, Fernández describió la situación laboral de los empleados. "Muchos de ellos, además de trabajar en la mina, tenían huertas y ganado, lo que les proporcionaba cierta autonomía frente al patrón". "Además, me encontré con el primer caso que conozco de equiparación salarial entre hombres y mujeres. A igualdad de puestos, ganaban lo mismo, que no era mucho" dijo la autora.