El LEV (Laboratorio de Electrónica Visual) encendió ayer sus luces y sonidos. El festival de creación audiovisual de Gijón será durante cuatro días, hasta el próximo domingo, la referencia española de los directos, instalaciones y "performances" más innovadores: la vanguardia en el uso artístico de las nuevas tecnologías; una plétora de sensaciones y emociones.

La cita despegó ayer con la apertura del potente circuito de instalaciones que ofrece este año el LEV. Las propuestas, que incluyen por ejemplo la elaboración audiovisual del paisaje asturiano a partir de imágenes captadas por un dron, ocupan hasta cinco emplazamientos gijoneses relevantes: el Centro de Arte, el patio corintio de Laboral Ciudad de la Cultura, el Antiguo Instituto, la Colegiata del Palacio de Revillagigedo y la Capilla de San Lorenzo, ganada para la causa.

Es un acierto la introducción en lugares especialmente queridos por los ciudadanos de unas manifestaciones artísticas, resultado de la aplicación de las últimas aplicaciones en imagen y sonido, a las que el gran público no accede con facilidad y ante las que suele ser reticente. Nada mejor que ver y tocar las cosas, escuchar a los artistas, para comprobar cómo lo decisivo en el arte -también el que se hace ahora mismo- es el talento, la maravillosa capacidad humana de recrear el mundo. Cualquier material sirve: de los pigmentos de las paredes de las cuevas paleolíticas a las luces LED o los neones. "Ars longa, vita brevis", que dijo el clásico.

"Con este circuito, con acceso gratis, queremos generar nuevos públicos y acercar aún más el LEV a Gijón y a los ciudadanos", explicó ayer Cristina de Silva, organizadora junto con Nacho de la Vega (son el colectivo Datatrón) de un festival que reúne a unas 15.000 personas.