Cuatro años después de su cierre urgente -en abril de 2013-, por el riesgo que suponía para los feligreses seguir entrando en un templo en el que cada día crecían las grietas y se resentía la estructura, la iglesia parroquial de Santa Eulalia de Baldornón vuelve a acoger cultos.

Ayer tuvo lugar la última misa en la pequeña capilla del cementerio, habilitada mínimamente para acoger las misas dominicales estos años, y el próximo domingo -como ayer contaba con emoción el párroco, José Manuel Alonso- será la primera que se oficie de nuevo en el templo principal, que ha requerido de una importante inversión aún no cubierta del todo. Inversión para que la que hubo aportación del Arzobispado -que incluso llegó a vender propiedades en la zona-, de los vecinos, y de amigos y allegados como otras parroquias del municipio. En agosto del pasado año se llevaban abonadas facturas por casi 140.000 euros, sobre todo para la consolidación del muro cuyo derrumbe estaba perjudicando a los cimientos de la iglesia, la inyección de resinas para dar estabilidad al terreno, el saneamiento de todo el entorno del templo o la construcción de la barandilla de la finca. Aún faltaban partidas por incluir, como las más recientes del saneamiento de pinturas y grietas, tareas que también contaron con la desinteresada aportación de Construcciones Zapico, la firma que se hizo cargo de los trabajos.

La del domingo será una cita simbólica porque supone, como dice el párroco, dejar atrás los temores de que una vez cerrado el templo, y dado el importante coste que suponían las obras, nada estaba garantizado. Ni la apertura a corto plazo. Sin embargo la voluntad, principalmente del sacerdote, llevaron a buen puerto las obras. Para el pueblo de Baldornón la del domingo será una reentrada entrañable a su templo, aunque la fiesta oficial, que la habrá, se pospondrá hasta una fecha en la que pueda garantizarse la presencia del Arzobispo, Jesús Sanz Montes, así como de algunos de los sacerdotes gijoneses que colaboraron con la parroquia de Baldornón.