La emoción de desenterrar un hallazgo, la metodología para clasificarlo y el cuidado para exponerlo en la vitrina del museo son experiencias que este fin de semana han vivido decenas de niños y familias en el centro de arte rupestre de Tito Bustillo, en Ribadesella. Este fue uno de los talleres con el que el centro celebró el "Día de los Museos" y sus participantes se acercaron un poco más a la profesión del arqueólogo. Ni el gijonés Pedro Blanco (de seis años) ni el leonés Iván González (de siete) llegaron al equipamiento riosellano sabiendo qué es un arqueólogo.

Sin embargo, sólo hicieron falta unos minutos en el taller para que ambos supieran contestar a la primera al monitor, Rubén Fernández, cuando les preguntó cómo debían dividir el campo de trabajo. "En cuadros; cuanto más grandes, menos importantes", explicaron casi al unísono y antes de que el guía del taller les apuntase que, viceversa, cuanto menor es el tamaño del cuadro a excavar mayor se supone la importancia del hallazgo. Este fue el primer paso: excavar con ayuda de pala y brocha en los cajones llenos de arena en los que se escondían huesos y piedras, todos réplicas de utensilios que fueron usados por los prehistóricos.

Una vez completado este trabajo de campo, los arqueólogos en ciernes tuvieron que clasificar las piezas halladas y describir en una ficha "el color, el material, el número de cata y dónde va a estar depositada", enumeró Fernández, entre otros aspectos importantes a la hora de registrar adecuadamente un hallazgo. Azagallas, buriles, raspadores y picos afloraron en el improvisado yacimiento del centro de Tito Bustillo para disfrute de los participantes. Darío Sánchez, por ejemplo, dibujó con gran soltura la silueta de la venus hallada en las excavaciones y también acertó a anotar la medida en centímetros de su pieza. El siguiente paso fue "exponerlo para que todo el mundo lo vea", les animó el monitor antes de abrirles una vitrina para sus descubrimientos. Los depositaron cuidadosamente junto al número que los identifica y compusieron luego la leyenda para que los hipotéticos visitantes pudiesen saber si se trataba de una punta de lanza o un útil de caza. Junto al taller -que por la mañana se destinó sólo a niños y por la tarde a público familiar- los visitantes del centro de arte rupestre pudieron conocer tanto la exposición permanente como la nueva sala, dedicada a la talla lítica.

La conmemoración del Día de los Museos fue todo un éxito tanto en Ribadesella -con los pases de la cueva de Tito Bustillo y la Cuevona de Ardines completos ayer- como en el Museo del Jurásico, situado en Colunga, donde también se organizaron talleres especiales. Los visitantes conocieron más de cerca volcanes y terremotos (que protagonizan la exposición temporal del centro) y pudieron acceder a los laboratorios y litotecas donde los investigadores desarrollan su trabajo.