Es el rey de la casadiella y no hay jurado de concurso repostero que se le resista. Olegario García, natural de Sotrondio pero hostelero en Ribadesella, ganó este fin de semana en la categoría de repostería industrial del Festival de la Avellana, reconocimiento que alcanza por cuarto año (dos veces en los noventa, otra en 2016 y ahora) con una receta que aprendió de su madre, Pilar Bernardo.

Su preparación lleva "nuez, avellana, anís y azúcar, y una pasta especial con mantequilla y nata. Es cien por ciento artesanal", describe el propietario de La Cerezal, en Collera. Antes de este restaurante regentó otro en Sotrondio, donde empezó a hacer casadielles y desde el cual ganó el primer concurso del Festival de la Avellana. "El primer año presentamos una cesta elaborada con casadielles y, el segundo, un hórreo en el que hasta las tejas eran de pasta. Todo comestible, salvo el alambre", rememora García, quien presentó les casadielles en una cesta junto a las piraguas de avellana, almendra y hojaldre, una marca que ha patentado. Al certamen que acaba de pasar no tenían pensado presentarse, pues pensaban que quizá el jurado descartaría al ganador del año anterior. Pero lo hicieron, aun desconociendo que cambia todos los años, y también sedujeron a los integrantes de esta edición con un postre inmortal, pero con algún problema. "La avellana es como el oro, baja y sube mucho", apunta el hostelero, quien compra "muchísima" en Piloña, concretamente en Argandenes, de donde también trae nuez. Como en Asturias "no existe producción suficiente", tiene que importarla también de Reus, en Cataluña, para satisfacer toda la demanda. Cuando empezó a hacerlas y tras ganar el primer certamen llegó a tener "veintidós trabajadores y seis furgones en la calle", sólo con la producción de casadielles. Al trasladarse a Ribadesella hubo un parón y se dedicó más a la restauración, pero desde hace unos años ha vuelto a producir. La receta que pasó de su madre a él, y que ahora enseña a sus descendientes, triunfa también en mercados de mayor envergadura, pues una conocida cadena de supermercados asturiana le llegó a encargar 60.000 unidades.