No ocurre sólo en las películas. Los bomberos de Oviedo también tienen una barra para deslizarse desde el piso más alto de su cuartel general y la utilizan si la emergencia lo requiere. Si la cosa no es tan urgente, bajan por las escaleras "como todo el mundo". El pequeño Juan Luis Ruiz estaba empeñado en conocer ese detalle y ayer pudo salir de dudas durante la jornada de puertas abiertas que se celebró en el parque del Rubín, una cita que se engloba dentro de la Semana de Prevención de Incendios que organizan la Fundación Mapfre y la Asociación Profesional de Técnicos de Bomberos (APTB). "A todos nos ha tocado bajar por la barra más de una vez, pero estamos preparados para eso y para otras muchas cosas más", le contestó al niño uno de los muchos profesionales del cuerpo que ayer hicieron de anfitriones para los ovetenses.

Y tuvieron trabajo, porque fueron muchos los ciudadanos que acudieron al Rubín para conocer un poco más a fondo el trabajo y los equipos que utilizan los bomberos. Sobre todo niños, muchos niños. "La verdad es que hay más gente de la que nos esperábamos, la respuesta ha sido masiva. Pero eso es muy bueno porque lo que buscamos es concienciar a la sociedad de la importancia que tiene la prevención para evitar incendios. Solemos hacer la jornada de puertas abiertas justo antes de que comiencen los meses de frío porque son los de más riesgo, pero nosotros estamos todo el año con actividades enfocadas a ese fin. Por aquí pasan cuatro colegios a la semana y el año pasado recibimos a más de 2.500 niños", explica el inspector Luis Díaz.

Los bomberos sacaron ayer al patio toda su artillería. Los visitantes pudieron ver los equipos de protección personal para fuegos de altas temperaturas, los trajes especiales para amenazas nucleares o químicas, camiones autobomba urbanos y para zonas de monte, equipos de buceo, vehículos multisocorro, de asistencia técnica e incluso un camión con brazo articulado que sirve para llegar a emergencias en puntos o edificios de hasta 37 metros de altura. "Este trabajo es una pasada. Yo ya tengo muy claro lo que voy a ser de mayor", decía Mateo Menéndez justo después de dejar la manguera que los profesionales les prestaron a los más pequeños para que jugaran a ser bomberos.

Esa fue una de las actividades que más les gustó a los niños, aunque también disfrutaron con el paseo en el camión de bomberos por los aledaños del cuartel. "¡Hay que encender la sirena para que nos oigan!", gritaba emocionado Lucas Mukamba mientras Nel Cernuda le hacía caso desde el puesto del conductor. Sus hermanas Eloise y Micaela, así como el pequeño Hugo Hevia, tampoco se lo pasaron mal. "Sólo por verles así de emocionados merece la pena", sostenía Nel Cernuda.