Langreo, J. A. VEGA

Poesía materialista y esencialista, escrita con pausa y sin prisa. Esos son los mimbres que ha utilizado el escritor Javier García Cellino para que viera la luz «Territorio para el fuego», libro de poemas en el que ha trabajado los últimos quince años. La publicación fue presentada en la Casa de Cultura de La Felguera en un acto organizado por la asociación Cauce del Nalón en colaboración con el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas.

Cellino fue presentado por Fernando Fernández y Miguel Allende quien señaló que el escritor había nacido para ser poeta, porque tiene «ese don de sacarle a las palabras esa forma ignorada y oculta, de tanta belleza, que nosotros ni siquiera podíamos imaginar». En su presentación también comentó que el autor langreano trata los conceptos abstractos con la delicadeza, el rigor, y también con el acierto de un buen artista plástico. Le describió como un poeta fundamentalmente materialista, que escribe «una poesía aparentemente sencilla, con pocas referencias, desnuda». Pero añadió que era una apariencia, «porque leída, meditada con tranquilidad vemos que no falta ni sobra tan siquiera una coma». Allende finalizó la presentación destacando que hay mucho trabajo detrás de cada palabra, de cada expresión, de cada símbolo.

Javier García Cellino, poeta, escritor de cuentos y novelas, y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, comenzó su intervención haciendo una loa a Allende al que describió como un gran poeta que escribe en asturiano, adelantado que él mismo está a punto de finalizar su primera obra en nuestra lengua. Dijo que era una persona muy inteligente porque captó el libro en una primera lectura. Le gustó que vinculara su trabajo con el materialismo filosófico de Vicente Aleixandre y el esencialismo de José Ángel Valente «porque yo no sería capaz de definirlo mejor». También agradeció la presencia del numeroso público presente en la sala al que confesó que se sentía muy feliz por volver a presentar un poemario siete años después de «Sonata para un abecedario».

A continuación reveló que «la labor de un poeta es muy lenta» e hizo una cronología de los poemas que conforman el libro, necesaria para entender el largo tiempo que empleó en su escritura. El origen se encuentra en siete u ocho poemas que no entraron en «Disposición de la materia», premio Leonor de Soria en 1997. El autor no los incluyó porque le parecía que hablaban de lo mismo, de la materia, pero de una forma distinta. Esos poemas fueron creciendo a un ritmo muy lento, unos dos poemas por año que terminaron dando forma a «Territorios para el fuego». Mientras tanto seguía escribiendo obras como «Sonatas para un abecedario» o «El hombre de los otros», libro que está a punto de publicar y que es una mirada poética a cuarenta obras de arte, «pinturas sobre todo, que reflejan el dolor y el sufrimiento». Cellino entiende la poesía como un viaje a través de las obsesiones, «atracamos en puertos distintos pero lo que no cambian son las obsesiones del poeta». Eso explica, en sus palabras, la mezcla a lo largo de estos quince años.