Es una lástima que las circunstancias y los problemas económicos frustraran esta película, rodada casi en su totalidad en Canarias, porque podía haber sido una comedia nada aburrida y hasta divertida y la realidad es que deja bastante que desear y, sobre todo, desaprovecha un caudal humano notorio. Porque si algo está claro es que sus cuatro ilustres protagonistas, las tres actrices Shirley MacLaine, Jessica Lange y Demi Moore y el actor Billy Connelly ponen lo mejor de su parte y hasta consiguen a veces el milagro de forjar el humor. Pero era imposible sacar más partido de un guion que tuvo nada menos que diez versiones antes de la definitiva en función del lugar en el que se iba a rodar, concretamente Las Vegas, Pittsburgh, Nueva York, Nueva Orleans, Puerto Rico y, finalmente, Gran Canaria.

Además, la gestión financiera fue tal desastre que antes de tomarse una decisión en relación con el papel de la compañera de Shirley MacLaine, que fue la única siempre fija, se barajaron los nombres de Kathy Bates, Jane Fonda, Bette Midler, Sarah Jessica Parker y Jessica Lange. Y para no ser menos, el principal papel masculino involucró a Alan Arkin, Jim Brolin, Donald Sutherland, Frank Langella, Brian Dennehy, Jon Voight, Kelsey Grammer, John Lithgow y Christopher Walken. Todo para recaer en Billy Connelly, a quien la actriz no conocía hasta entonces.

Si se repara que la filmación se alargó casi cinco años entre abogados, interminables llamadas por videoconferencia, dos directores, diez versiones de guiones y siete propuestas de localizaciones y, sobre todo, ningún dinero, se entiende que la propia Maclaine escribiese un libro sobre el tema, 'Above the line: My Wild Oats adventure', sumamente curioso. Lo único positivo, a la postre, fue el tesón de su director, Andy Tennant, que comprometió a MacLaine con el proyecto y que proclamaba que nadie podría detenerlos. De ahí que tome cuerpo un relato solo ocasionalmente ameno sobre Eva y Maddie, dos amigas norteamericanas que deciden marchar de vacaciones a las islas Canarias.