Le pierde el exagerado maniqueísmo con el que se muestran los acontecimientos políticos, ambientados a mediados de los años treinta, en plena dictadura de Stalín en la Unión Soviética, y es un intento parcialmente logrado por plasmar el programa denominado Holodomor, con el que la URSS intentó vencer la resistencia de Ucrania con métodos tan crueles como la inanición.

Se dice que con costó la vida de multitud de personas, entre 5 y 7 millones, a pesar de lo cual no pudo conseguir su objetivo de doblegar a unos ucranianos salpicados de un exagerado nacionalismo y de unas increíbles ansias de libertad.

Se trata de una producción canadiense que ha dirigido George Mendeluk, un director veterano, en activo desde los setenta, que se ha entregado por entero a las TV movies y a las series para la pequeña pantalla. Su mayor inconveniente es que se asienta sobre una realización un tanto obsoleta que utiliza personajes arquetipo ya superados por los acontecimientos y sin apenas credibilidad.

Con una espléndida fotografía de Douglas Milsome, la cinta nos introduce en un ámbito terrible que marca el punto álgido de la dictadura estalinista. Transcurre 1932 y la resistencia de Ucrania contra la represión del Partido Comunista en la Unión Soviética ha llevado al dictador a poner en marcha un plan represivo, calificado de genocidio por las víctimas, que pretende ampliar los límites geográficos del país.

Es en estas circunstancias que el pueblo no resiste, en las que irrumpe la figura de un joven artista, Yuri, quien recogerá el aliento de libertad y de lucha de sus compatriotas para, mediante tácticas cercanas a la guerrilla, iniciar una rebelión contra los bolcheviques. Encarcelado y torturado, solo su amor por la libertad y por la bella Natalka le abrirán el paso a un futuro de esperanza.

Otro factor de peso que juega en contra de la cinta es la inexistencia de un personaje icónico que aporte una dimensión adecuada al protagonista, que no tiene las ínfulas necesarias para erigirse en líder. La figura, finalmente, de Stalin está marcada por el tópico, en tanto que en el bando ucraniano ese papel lo juega el veterano Iván, incorporado por el mítico Terence Stamp, con escasa entidad.