Le falta imaginación, convicción en sus propuestas y una realización más hábil y fluida, carencias que limitan de forma considerable su expediente y que le impiden convertirse en esa aventura juvenil y dinámica que pretende. De esta forma esta especie de versión española para adolescentes del filón medieval de los Caballeros Templarios se diluye como un azucarillo en un aluvión de defectos que acentúan la ingenuidad de las imágenes y la artificiosidad de los personajes.

Solo los bellos escenarios andorranos en los que se rodó consiguen en ocasiones interesar a un auditorio que no tiene motivos precisamente para pasarlo en grande. El realizador y guionista Santiago Lapeira, que volvió a la dirección en 2009 después de casi 20 años de inactividad, no ha recuperado todavía el pulso de su trabajo y su labor no reviste de los necesarios estímulos a la cinta. Tampoco los jóvenes actores, inmersos asimismo en un caprichoso embrollo sentimental que quiere romper el eterno puritanismo de esta especialidad, llegan a meterse de lleno en sus cometidos.

La cantante Ana Torroja acompaña los títulos de crédito finales con el videoclip del tema original Dónde. El relato es, ciertamente, una fusión de tópicos sobre las leyendas de la Edad Media que involucran a unos Caballeros Templarios que, según el obligado pergamino antiguo que ha caído en manos de un historiador, escondieron una joya de incalculable valor, la Medalla del Pescador, en un Cementerio de 24 Escalones que está ubicado en un punto secreto de los Pirineos catalanes.

Casualmente, este asunto se cruza en el camino de cuatro amigos de 17 años que están efectuando unas jornadas de camping en el entorno y que deciden meterse de lleno, a pesar de que son conscientes de los riesgos que corren, en la localización de un lugar tan sagrado. Con lo que no contaban es con la presencia de un grupo de peligrosos ladrones de obras de arte dispuestos a todo, como demuestra las lesiones que han infligido al historiador.