Alcanza momentos de terror de alta tensión y denota a todas luces que su director, James Wan, nacido en Malasia pero afincado en Estados Unidos, conoce a fondo los ingredientes esenciales del género, no en balde ha firmado dos muestras muy populares de la especialidad, ´Saw´, que inauguró en 2004 una serie que ha degenerado con sus sucesivas secuelas y, sobre todo, la inquietante ´Insidious´ en 2010.

Aquí se vale de un factor nuevo y destacado y es el hecho de basarse en sucesos reales acaecidos en 1971, si bien su versión de los mismos, aun siendo respetuosa, contiene notorias licencias. Como el propio Wan declaraba, ha tenido que cambiar algunas cosas para que encajen en el contexto de la película, pero ha querido ser fiel a quiénes son, qué hacen y las pesadillas que han vivido los personajes.

Tanto es así que lo que nos ofrece, en un menú muy elaborado, viene a ser una mezcla de los productos sobre casas embrujadas, del tipo de 'Terror en Amityville', y sobre exorcismos, con el clásico de William Friedkin como modelo.

Experto en crear situaciones extremas en las que la crispación y el miedo campan a sus anchas, logrando efectos indudables en el auditorio, el director ha sabido aprovechar también el buen trabajo de los actores, en concreto de las dos actrices, Vera Farmiga y Lili Taylor, que contribuyen en gran medida a que la trama no se pase de rosca y a que el relato no pierda nunca su verdadero sentido.

La historia se asienta sobre dos familias, los Warren, que son demonólogos o cazadores de fantasmas que se dedican a expulsar demonios del ámbito familiar, y los Perron, que sufren precisamente de esa injerencia del maléfico.

Todo acaece cuando los segundos, los padres y sus cinco hijas, se van a vivir a una aislada mansión que han adquirido en una subasta bancaria y comienzan a sentir los efectos de presencias malévolas que siembran las estancias de hechos sobrenaturales. Ignoran que en ella han tenido lugar sucesos trágicos que han poblado de fantasmas todos sus rincones.