Sus momentos espectaculares nadie los pone en duda y son brillantes, cosa que agradecerán sus innumerables incondicionales, pero tampoco debe ocultarse el hecho de que esta tercera entrega del superhéroe de Marvel, que sería la cuarta si se cuenta ´Los vengadores´, en la que aparecía con un puñado de colegas, rebaja el nivel de las dos ya vistas, las que llegaron en 2008 y 2010, que eran más ágiles e inspiradas.

Es probable que el cambio de director, Jon Favreau por Shane Black, no le haya sentado demasiado bien, pero lo indudable es que la cinta, estirada hasta los 130 minutos, tiene una primera hora que no es todo lo dinámica que sería de desear, sufriendo algún que otro lapsus en el ritmo. Por fortuna, las cosas mejoran en la segunda, donde la acción adquiere instantes notables, tanto en el ataque fulminante a la lujosa mansión de Stark como en la batalla final.

Da la impresión de que la figura de Iron Man, es decir Tony Stark cuando adquiere superpoderes, no ha estado tan protegido por los diálogos y el guión como en las aventuras precedentes, abusando de un tono de farsa y de supuesto humor que puede parecer pedante. Aun así Robert Downey Jr., que sigue incorporando el protagonista, sabe encontrar los recursos adecuados para ganarse a buena parte del auditorio y certificar que no se mueve en los esquemas tradicionales y tópicos del superhéroe capaz de salvar a la Tierra de los villanos de turno.

En este caso, el peligro procede de un siniestro tipo, El Mandarín, que aunque apareció en el cómic en los años sesenta, se ha actualizado hasta tal punto que podría ser un émulo de Osama Bin Laden. Contra su creciente amenaza y, por otra parte, contra la figura de un malvado Aldrich Killian, cuya capacidad para camuflarse es notable, deberá emplearse a fondo Tony Stark, alias Iron Man, con el fin, además, de salvar la vida de su novia, la bella Pepper Potts, cuya presencia por cierto está muy reducida en este capítulo.

Con estos desafíos, se va cubriendo un expediente que trata de compatibilizar las dosis de ironía y algún atisbo de humor con el despliegue de una acción que encuentra en la versión en 3D su máximo pero no plenamente satisfactorio exponente.