La película, espléndida, se abre y se cierra de la misma manera: con un primer plano muy detallado del (in)expresivo rostro del protagonista, un Ryan Gosling esplendoroso, llamado a convertirse en una de las estrellas referenciales del cine que está por venir.

Una misma toma, un mismo rostro y, sin embargo, un sinfín de diferencias: las que van de un brillante, luminoso, comprometido e idealista jefe de prensa de la candidatura electoral de un gobernador demócrata norteamericano a un serio, frío e implacable sujeto que, a lo largo de la poco más de hora y media que dura la película, ha vislumbrado, conocido y transitado el reverso tenebroso, el lado oscuro de la política.

Los norteamericanos tienen la virtud de construir géneros de temas tan diferentes, y algunos aparentemente anticinematográficos, como los submarinos, las cárceles, los juicios o, como en este caso, la política. Géneros con unas características propias y dotados de unas convenciones tácitas que los hacen muy reconocibles y apreciados para el espectador.

En "Los idus de marzo", escrita y dirigida por un George Clooney al que cualquier publicista habría tachado de loco con tendencias suicidas por interpretar al personaje al que da vida en la película, están todas las convenciones del cine sobre política, pero tan bien contadas y tan bien moduladas que el espectador tiene la sensación de estar viendo un western, un thiller y hasta una de guerra, tal es la intensidad de una historia que atrapa al espectador desde el primer fotograma para no soltarlo hasta su final, uno de esos finales de antología, áspero, duro y sin concesiones.

Ahora bien, si el guion de Clooney y Grant Heslov (ambos responsables de la anterior película dirigida por Clooney, "Buenas noches y buena suerte") es un prodigio, lo que termina por elevarlo y convertirlo en una de las grandes películas de la temporada es la modélica interpretación de todos los actores, principales y secundarios, con el enigmático Ryan Gosling a la cabeza, quién ya nos maravillara hace unos meses en la también imprescindible "Drive".

A George Clooney hay que agradecerle, además de escribir, dirigir y producir la película (en la que Leonardo DiCaprio también ha invertido dinero) que haya interpretado a un personaje como el gobernador, candidato a las primarias por el partido demócrata. Una interpretación que nos muestra a un tipo sólido, con principios, carismático, convencido de tener un buen programa para los Estados Unidos. Un candidato para quién su religión es la Constitución, que está en contra de la pena de muerte, a favor de que las mujeres decidan qué hacer con su cuerpo y, además, que quiere protagonizar una revolución energética para dejar a las generaciones futuras un mundo mejor, más limpio e incontaminado. ¡El candidato ideal! Aparentemente.

Y, después, los secundarios. Dos secundarios de lujo como son Paul Giamatti y Philip Seymour Hoffman, en el papel de sendos directores de campaña. Y las mujeres, claro. Una, periodista, incisiva e independiente. La otra, una joven decida e idealista. ¡Entre todos ellos se reparten las cartas y se juega la partida!

A través de una realización discreta y sin alardes, basada en una fotografía que juega con los claroscuros para definir a los personajes y las situaciones, George Clooney nos regala en "Los idus de marzo" una estupenda película que, a partir de la política, habla sobre las contradicciones del ser humano.

Jesús Lens