No es para echar las campanas al vuelo, pero es innegable que el salto de calidad y, sobre todo, de fidelidad a un modelo en el plano estético y en el argumental, resulta evidente en esta tercera entrega respecto a las dos procedentes.

Los cambios han sido varios y en profundidad, de modo que el director de 'Los Pitufos' y 'Los Pitufos 2', el mediocre Raja Gosnell, ha sido sustituido por un Kelly Asbury que es una autoridad en materia de animación digital como demostró en sus películas 'Spirit. El corcel indomable', 'Shrek 2' y 'Gnomeo y Julieta'. Además, se ha aportado un diseño distinto, peculiar y con colores más llamativos a los personajes y a su entorno.

Y lo que es fundamental, se han suprimido a esos infames personajes reales que convertían la historia en algo anodino y soporífero. Ahora todo es animación y sobre la base un guión con bastante más imaginación. Con semejantes planteamientos el largometraje adquiere unos ingredientes que le dan un nuevo sentido mucho más cercano al original de Peyo.

Es así como se abre paso una película que revitalizará la serie y, lo que es más importante, recuperará su capacidad de seducción entre su auditorio natural, los espectadores más menudos. Son ellos los que pueden verse más involucrados en una aventura que supone encontrar la Aldea Escondida, que es un lugar desconocido y misterioso que aparece en un mapa y que ha suscitado tal pasión entre los pitufos que ha movilizado a Pitufina y a sus mejores amigos, Filósofo, Torpe y Fortachón, embarcados en una emocionante carrera por el Bosque Prohibido, lleno de criaturas mágicas.

Todos son conscientes de que la misión es muy complicada, porque el reto supone que hay que llegar a este destino antes de que lo haga el malvado Gargamel, empeñado como siempre en fastidiarles. Con su brillante colorido, que alcanza su punto culminante en unos poblados no exento de magia, las dos canciones que se incluyen en la banda sonora y una dosis de imaginación más creativa se ha forjado una realidad bastante más amena. De eso se trataba y hay que saludarlo.