No es, en absoluto, una biografía de Manolete, pese a que así lo sugiera el título, sino la trágica historia de amor de un hombre con una profesión peligrosa y una mujer de pasado oscuro que dio un nuevo sentido a la existencia del diestro.

De ahí la decepción y el equívoco, puesto que no hay en los fotogramas casi nada que remita ni a un personaje real ni a un contexto concreto, la España de los años cuarenta, y todo lo que vemos, eso sí, con aceptables hechuras dramáticas, es fruto de la imaginación del director y guionista, el holandés Menno Meyjes. Por otro lado, los seis años que ha tardado en estrenarse la película en las pantallas españolas la han dañado considerablemente por la pérdida de vigencia.

Rebautizada con mucha más lógica «Una amante del matador» en la versión internacional, los 90 minutos de metraje se centran en el complicado romance entre Manuel Rodríguez Manolete, que se encontraba entonces en la cima de su popularidad, y Lupe Sino, una mujer tan hermosa como enigmática, vinculada por algunos a la prostitución, que va a convertirse en el único amor de su vida. Su historia se cuenta de modo fragmentado en el tiempo, pero dejando constancia de que el torero, hasta entonces enamorado de la muerte, experimentará ese sentimiento hacia ella apenas ha entrado en su mundo. Será una relación difícil.

Solo otros dos personajes, el mozo de espadas Guillermo y el apoderado Pepe Flores, adquieren un mínimo de consistencia. Y únicamente se ha filmado una corrida de toros, sin infringir daño alguno al animal, la de Linares que supuso la muerte del diestro y en la que el doble interviene más que Adrien Brody. Este último trata de dar vida a un ser al que es ajeno en todo. Penélope Cruz tampoco inscribe su labor en la antología de sus trabajos.