Está lejos de cubrir sus expectativas y lo que es peor, pierde en ocasiones su capacidad para interesar atravesando lagunas que dañan su estabilidad narrativa. Todo es consecuencia del error de planteamiento del director Seth Green, que no ha logrado hacer valer la comedia en un relato policiaco, con una cobertura romántica en segundo plano, que probablemente demandaba otro género o, al menos, utilizar la comedia desde otra perspectiva.

Es verdad que ocasionalmente salen a relucir soluciones imaginativas y divertidas, en un tono desolador que suscita la sonrisa, pero en ningún caso redimen a la cinta de sus defectos.

Green no ha encontrado el punto adecuado para forjar una historia con posibilidades, certificando unas limitaciones que ya eran evidentes en sus comedias anteriores, ´Como en casa en ningún sitio´ y ´Cómo acabar con tu jefe´. Esos defectos arrastran también a los actores, especialmente a la pareja protagonista, un irregular Jason Bateman y una sobreactuada Melissa McCarhy que estaba bastante mejor en la reciente ´La boda de mi mejor amiga´.

Lo más discutible, sin duda, es la opción del director de abordar por la vía del desenfado y del humor, a pesar de la gravedad del tema, un delito como el robo de identidad, que afecta cada año en Estados Unidos a más de nueve millones de personas. Nadie discute que esa lectura cómica tenía cabida, aunque con diferentes supuestos y recursos sintácticos.

De este modo se nos presenta el caso de Sandy Patterson, un ejecutivo de clase media que descubre un día que alguien que vive en Florida, muy lejos del Denver donde él reside con su esposa embarazada y sus dos hijas, está utilizando sus tarjetas de crédito.